La odisea de la bicicleta de Saleta

manu otero

PONTEVEDRA CIUDAD

CEDIDA

Una compañía aérea puso en peligro la participación de Saleta Castro en el ironman de Maastricht

29 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Al despertarme y ver la bicicleta en casa fue como un regalo de Navidad, como si hubiesen venido los Reyes». No es la reacción de cualquier niño en una mañana del seis de enero, es la de toda una luchadora del deporte más exigente del planeta que ayer recuperó su bicicleta y la ilusión por volver a brillar en el ironman que se celebra el domingo en la ciudad holandesa de Maastricht y que puede abrirle las puertas de la meca del deporte de las tres disciplinas. El mundial de ironman de octubre en Kona, en Hawái, la cuna del triatlón.

Los caminos de Saleta y su material deportivo, imprescindible para rendir al mejor nivel en una prueba tan dura como un ironman -3,8 kilómetros a nado, 180 kilómetros en bici y 42,2 a pie-, se separaron en el aeropuerto de Santiago el pasado martes. La atleta despegó hacia Maastricht en un avión de Vueling con escala en Barcelona. Su equipaje iba con ella. Pero en algún punto del camino ambos se separaron. Saleta llegó a Holanda y su bicicleta a Fez, en Marruecos. Y así iba a comenzar una odisea de más de 4.000 kilómetros, nervios, incertidumbre y muchos tweets. A través de las redes sociales y gracias a la presión de los miles de seguidores de la triatleta pontevedresa, consiguió Saleta Castro contactar con la compañía aérea que no respondía a los teléfonos de atención al cliente ni le informaban del paradero de su equipaje. «Pensé que se había perdido y que la tendría al día siguiente, pero en las oficinas del aeropuerto me decían que no sabían como localizarla y que pusiese una reclamación», relata la deportista el momento en que empezó a temer por su equipaje y su carrera. Al final, tras 24 horas de intercambio de mensajes con todos los estamentos de la aviación y la colaboración de amigos de la pontevedresa, lograron encontrar su bicicleta en Fez. «No solo llevaba la bici, también las zapatillas y todo el material deportivo», puntualiza la triatleta que ya manejaba como plan alternativo una bicicleta prestada y el envío de ropa desde su casa.

No acabaron los problemas con la aparición de su equipaje, Vueling insistía en enviar el bulto a Pontevedra, sin margen para reenviarla después a Maastricht.

Finalmente y tras un aluvión de críticas en la red y apoyos a Saleta, un agente de la compañía contacta con la pontevedresa para facilitar el traslado de su material a Maastricht. Así, ayer por la mañana, y tras pasar por Casablanca, Saleta recibía, de manos de un amigo que la acoge estos días en la urbe holandesa, un paquete cargado de moral. «Todo ese estrés comparado con el de la carrera no es nada, si me afecta será en positivo», explica motivada la pontevedresa.