Testigo de las dos gestas granates

manu otero PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Moncho Martínez estuvo en los dos últimos ascensos del Pontevedra, en el primero como jugador y en el del año pasado como aficionado

29 jun 2016 . Actualizado a las 10:40 h.

Toda una vida ligada al fútbol y al equipo de su ciudad bien merece una recompensa. Moncho Martínez, exjugador del cuadro granate y actual entrenador de porteros del club, estuvo en las dos grandes celebraciones del Pontevedra del siglo. Los dos ascensos. A Segunda y a Segunda B, que acaban de cumplir años. Del primero hace ya doce años y del segundo, uno. Ambos un 27 de junio. Sin embargo, el canterano nunca tuvo la oportunidad de celebrarlo sobre el césped. En el 2004, una lesión de rodilla lo tuvo al margen y el año pasado, su incorporación al cuerpo técnico aun no se había cerrado. Pero eso no le restó ni un ápice de felicidad. «Fue muy especial y más siendo de Pontevedra, es una experiencia inolvidable», relata un emocionado Moncho.

Es recordar aquel histórico gol de Xaco que abrió la puerta del cielo, cuando el balón se enredó en el montón de papel higiénico lanzado desde la grada despistando a Rafa, portero del Lorca, para dejar solo al extremo derecho granate que anotó a puerta vacía y a Moncho aún se le ponen los pelos de punta y se le encoge el corazón. «Esa imagen no se me olvidará nunca, tenemos un grupo de whatsapp y siempre lo recuerda alguien, éramos un grupo muy unido y aún seguimos manteniendo relación», confiesa el guardameta.

La calidad humana de las dos plantillas que consiguieron llenar Pasarón hasta la bandera es una de las similitudes que encuentra el exportero.

En ambas celebraciones estuvo presente, aunque en la segunda su papel era la de un aficionado más -su incorporación al cuerpo técnico se produjo unas semanas después-. «En la del año pasado hubo mucha emoción, sobre todo porque desde que llegó Lupe todo se hace con más criterio y esa deriva que llevaba el equipo nos daba mucha pena», reconoce el preparador pontevedrés. Él la vivió desde la grada y no dejó de animar a «una plantilla que era muy buena para Tercera, pero la liga regular no sirve de nada sin el play-off y supieron reponerse del varapalo del Mensajero y sufrir ante Manzanares y Haro», destaca Moncho.

Nada que ver con la del otro 27 de junio histórico. El del 2004. «Nos concentramos para comer en un hotel de Poio, después charla y siesta, de camino a Pasarón no teníamos las modernidades del autobús, fuimos en nuestros coches como éramos algo masocas dimos un rodeo por el centro para ver el ambiente. Después llegar al campo y ver Pasarón así a cualquiera le pesa ese ambiente. Además teníamos mucha confianza ni la derrota en Lorca nos pesó», señala.

La mala suerte se cebó con él esa temporada. Una lesión de rodilla le arrebató la titularidad en febrero, tras operarse y con mucho trabajo, consiguió incorporarse al grupo. Aun así, «fue una semana inolvidable», sentencia un granate de corazón.