El tirón de las coreografías a la carta

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Capotillo

Cada vez son más las parejas o los grupos de amigos que van a clases de baile para sorprender en bodas y otros eventos

26 jun 2016 . Actualizado a las 08:31 h.

María Martínez y Miguel Ángel Albaladejo, coruñeses afincados en Pontevedra, se casaron el pasado 7 de mayo en Oleiros. Querían sorprender a familiares y amigos ese día con algo distinto al vals, el baile más ligado a las bodas. A María le gustaba mucho una canción, Love me like you do, de Ellie Goulding, y enseguida logró convertir su idea inicial en un proyecto de dos. Miguel se sumó con gusto al reto.

Para hacerlo bien buscaron una academia y ahí conocieron a Verónica Aboy, profesora en Vaganova. «La elegimos a ella porque fue la que más nos convenció. Le comentamos lo que queríamos hacer y nos gustó mucho cómo nos lo explicó», recuerdan. La canción estaba clara, pero apostaron por la versión instrumental con violín electrónico de D Sharp. Cuenta la pareja que lo hicieron porque pensaron que el tema iba a envejecer bien: «Es una versión más atemporal y creemos que no va a pasar de moda».

Se prepararon durante dos meses con una sesión semanal de una hora. María y Miguel nunca habían ido a clases de baile y al preguntarles cómo fueron las primeras sesiones no ahorran detalles. «Al principio nos veíamos como un poco patosos, pero la experiencia fue muy divertida y entretenida», relatan. María apunta que en la pareja hubo «pequeñas discusiones», pero pronto le pillaron el punto al baile. Ambos coinciden en que a Miguel le costó un poco más.

¿Y nunca pensaron en tirar la toalla? Dicen que no, aunque sí hubo algún momento de dudas. «Se trataba de hacerlo lo mejor posible, pero cuando llevábamos cuatro clases o así pensaba ‘‘¡Dónde me estoy metiendo, por qué este berenjenal, qué vergüenza!’’», confiesa María.

Una letra especial

Llegó el 7 de mayo. A la ceremonia religiosa en la iglesia de Santa Eulalia de Oleiros, siguió el banquete en la finca Montesqueiro, en el mismo municipio coruñés. Y tras el banquete, María y Miguel les regalaron su baile. El que acompaña a una canción y una letra que para ellos tiene un significado especial. ¿Contentos con el resultado? Sin duda, dicen. «La gente alucinó, fue una sorpresa porque nadie lo sabía. Mis padres solo sabían que ibamos a clases, pero ningún detalle más».

Muestran el vídeo en un teléfono móvil. Suena Love me like you do en la versión instrumental de D Sharp y se emocionan. Verlos bailando también conmueve a Verónica Aboy, su profesora. Para ellos, la verdadera responsable de su pequeño éxito. Verónica señala que María y Miguel fueron buenos alumnos, aplicados y disciplinados. Los tres aceptan el atraco y se atreven a recordar el baile para La Voz.

El matrimonio anima a los que estén dudando si dar o no el paso con una coreografía de baile personalizada para una boda u otro tipo de evento a que se lancen a la piscina. «Por supuesto. Además del recuerdo que les queda para siempre, es una forma de compartir un tiempo con tu pareja haciendo algo distinto». A Miguel, empleado de banca, y a María, opositora que ahora mismo está en el paro, les ha enganchado tanto que están decididos a volver a las clases en septiembre. Esta vez no descartan sumarse a la moda de la danza urbana que, según Verónica, tiene cada vez más adeptos.

A la destreza técnica se suma la psicología

Con una imagen de la película Grease en la que se ve a Olivia Newton-John y a John Travolta bailando. Así anuncia sus clases y coreografías personalizadas Verónica Aboy. Sus carteles están pegados por la ciudad. La profesora explica que desde hace unos dos años se ha incrementado de forma notable la demanda de clases de baile para bodas y de coreografías personalizadas para todo tipo de eventos. «Suelen llamar en marzo y abril, hay gente y perfiles muy diversos, pero la mayoría tienen de 30 a 35 años», comenta. Cuenta que los clientes llegan «muy perdidos». «Algunos dicen ‘‘queremos algo original, pero no sabemos muy bien lo qué’’. Y casi siempre es la chica la que tira del chico».

Verónica, que empezó a bailar clásico a los 4 años, tuvo claro a los 18 que quería dedicarse profesionalmente a esto. Se formó y hoy vive de las danzas urbanas. A sus conocimientos técnicos suma un papel casi de psicóloga. Remacha que cada pareja necesita un tiempo y una evolución en el baile. «Muchos nunca han bailado y la personalidad es importante a la hora de elegir el estilo». Y pone un ejemplo, a alguien con mucha personalidad no le pega algo ñoño. La profesora tiene recursos y si alguien se atranca y no hay avances, la alternativa pasa por simplificar el baile. «Hay soluciones para todo», subraya. Cree que dos meses es el tiempo mínimo para salir airoso. Sobre las peticiones, hay de todo, desde rock a baladas.