La ría de Pontevedra funciona como guardería para los arroaces gallegos

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

cemma

Adultos y crías se mueven en grupos de hasta 12 ejemplares por las aguas de la comarca

19 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La ría de Pontevedra es una guardería, no de niños, sino de arroaces. Esta es una de las conclusiones de la última investigación de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), que recorrió las Rías Baixas, desde Vigo hasta Arousa, para conocer el estado y composición de su población costera. Se realizaron quince avistamientos en un período de cuatro días, que contabilizaron 150 ejemplares. Un buen número se localizó en la ría pontevedresa y en lugares de lo más insospechado para el público, como la dársena de la Escuela Naval o entre los mercantes de las terminales del puerto de Marín. Se adaptan a todas las condiciones y, por lo visto, los barcos de gran tonelaje no les arredran.

En las conclusiones provisionales de la Cemma, se destaca que el tamaño medio de las manadas es de doce ejemplares, de los que el 14 % son cachorros. Según un portavoz de la Coordinadora, Alfredo López, estos resultados confirman que «nas rías vive tan só una parte da poboación» de este cetáceo marino. La hipótesis de los científicos es que el resto de los arroaces gallegos se encuentra en aguas de la plataforma continental, es decir, fuera de las rías, o incluso pueden haberse desplazado, ya adultos, hacia zonas costeras de Portugal y el Golfo de Vizcaya. Los ejemplares observados en alta mar no coinciden con ninguno de los animales localizados por los integrantes de la Cemma en el interior de las Rías Baixas.

Alcanzar estas conclusiones no es tarea fácil. Fíjense en las cifras. En cuatro días de abril a bordo del Bahía de Nergha, se sumaron 31 horas de navegación y nueve más de avistamientos. Entre Vigo, Pontevedra y Arousa, esta embarcación recorrió 280 kilómetros. Durante la campaña se hicieron más de 10.000 instatáneas fotográficas y además, por si fuese poco, hay que examinar con detalle varias horas de grabación de vídeo y sonido, en este último caso, con la ayuda de un hidrófono.

La cuestión es, ante tanta cantidad de información, ¿cómo se procesa y cómo se sabe quién es quién? A fin de cuentas a un arroaz no se le puede parar y preguntarle el DNI. La respuesta es que aunque no hablen, sí hay una forma de saber qué ejemplares están ahí, y si los que se avistan un día en una ría son los mismos que los que se ven en otra a la jornada siguiente. La clave está en la aleta dorsal.

Todas las aletas son diferentes, exclusivas como una huella dactilar humana. La Cemma posee una base de aletas y al hacer una comparativa se extraen las conclusiones. Con los identificados hasta ahora, se llegó a este resultado: la mitad de los arroaces se mueven a lo largo de las Rías Baixas y una pequeña proporción se desplaza hasta el norte de Galicia.