El crío de los padres del fútbol base pontevedrés se hace mayor

manu otero PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Rafa Sáez y Manolo Sánchez dedicaron su vida a una escuela de fútbol cuyo torneo ya es mayor de edad

18 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Hay padres que jugaron este torneo y que ahora lo van a jugar sus hijos». Así resume Rafa Sáez, entrenador del Coruxo y extécnico de Celta y Pontevedra, pero sobre todo una persona entregada al fútbol base pontevedrés, el calado de un evento del que ya tomó parte dos generaciones de pontevedreses. Hace dieciocho años que Sáez, formando una dupla inseparable con Manolo Sánchez, se lanzaban a la organización de una competición infantil que dio paso a una escuela de fútbol que se centra más en formar personas que futbolistas.

«El fútbol es un vehículo hacia una formación integral como individuo. Nosotros lo utilizamos porque es una actividad socialmente muy reconocida y a través de él buscamos educar en valores como solidaridad, sacrificio, compañerismo o afán de superación», recalca Sáez.

Los partidos comienzan hoy y terminarán mañana a mediodía con la gran final, pero la actividad en A Xunqueira ya era ayer frenética. Trabajando con los voluntarios -más de medio centenar colaboran en el evento-, Sánchez y Sáez se afanaban para que todo estuviese a punto para el inicio de la cita. Las tareas previas se multiplicaron con el crecimiento de un torneo comarcal que muy pronto traspasó fronteras convirtiéndose en el primer torneo internacional de benjamines en Galicia. Inmutable se mantuvo la ilusión de estos dos padres del fútbol base pontevedrés que, dieciocho años después, sigue siendo máxima.

«La fuerza nos la dan los voluntarios y la ilusión que le hace a los niños de equipos de barrio poder jugar con equipos grandes de toda Europa», destaca el técnico.

En el 1999 se celebró la primera edición del este torneo y por la cabeza de Sáez y Sánchez no pasaba recibir la visita del Madrid, el Barcelona o el Ajax. Las instalaciones de A Xunqueira en aquella época tampoco estaban preparadas para ese frenesí futbolístico. «Empezamos con el primer campo de hierba sintética, pero había que marcar los campos de fútbol 7 con tiza, pero venía la lluvia y había que hacerlo de nuevo, ahora es mucho más fácil, antes teníamos hasta que pedir las porterías», contrasta Sánchez. También ellos fueron mejorando su capacidad organizativa. «La primera vez que vino un equipo de fuera, de Portugal, no teníamos bandera y tuvimos que pedírsela a un hotel de madrugada», confiesa Sánchez.

Ambos asumen el orgullo de haber entrenado y educado a media Pontevedra.