La sonrisa perenne de la mujer que estrena pulmones

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

Ángela Lemiña hablará en la salida de la Pontevedrada 2016 e intentará completar la marcha a pie hasta Santiago

15 abr 2016 . Actualizado a las 10:53 h.

Ángela Lemiña Dacosta está viva gracias a un trasplante. En su caso, a un doble trasplante de pulmón. El próximo 7 de mayo se cumplirá un año de la operación. Esta mujer de 33 años se siente feliz y recuperada. «Estaré siempre agradecida a la persona que donó sus órganos y a su familia porque gracias a ellos yo estoy aquí», cuenta mientras comparte un descafeinado en una cafetería de Pontevedra. Y es que llegó al trasplante «muy al límite» y los médicos tenían algunas dudas sobre el resultado.

Menuda, pero fuerte y sobre todo positiva, su historia aúna a la perfección la filosofía de la Pontevedrada: que donar salva vidas. Ángela conoció esta marcha solidaria a pie entre Pontevedra y Santiago -que el 30 de abril celebra su sexta edición- por una red social hace solo una semana. «Lo vi en Facebook, después lo comenté con una amiga que también va y me apunté», relata. Su testimonio servirá para abrir la Pontevedrada 2016 en la plaza de A Ferrería. Tendrá que coger el micrófono y dirigirse a los asistentes al aceptar una invitación de la organización.

«Me da un poco de vergüenza pero serán cinco minutos», comenta. Si no llueve, esa tarde-noche dejará el micrófono y se sumará a la marea roja a pie. «Te sientes identificada con ellos y voy a hacerla». ¿Hasta dónde? «Hasta donde lleguemos. A mí me recomendaron andar, y camino todos los días una hora y media. Al final, vamos a ir mi amiga Paula, mis tíos y creo que mi hermano no, porque juega al fútbol».

Ángela, que es de Dena, en el municipio de Meaño, no quiere mirar mucho atrás. Prefiere pensar en el día a día. Desde pequeña padecía una enfermedad en el pulmón. Una dolencia degenerativa que se complicó en los últimos dos años con una fatiga que condicionaba su vida. Tuvo que dejar su trabajo como educadora infantil. «Siempre había tenido tos, pero últimamente fui a peor. Varias veces me habían propuesto entrar en lista de espera para un trasplante, pero lo rechacé hasta noviembre del 2014», remacha.

A partir de esa fecha necesitaba oxígeno cada día. Llevaba una mochila y una de las cosas que más le costaba asimilar eran las miradas y las preguntas de la gente. El 8 abril del 2015, el día del cumpleaños de su hermano, sufrió un neumotórax. «Ahí ya me puse muy pachucha y pasé a otra prioridad», recuerda. Era un paciente en lo que se llama «urgencia 0». Un mes después, el 6 de mayo, sonó el teléfono en su casa: había un donante compatible y tenía dos horas para presentarse en el Chuac de A Coruña.

Un día después, el 7 de mayo, la operaron. «Fueron siete horas en quirófano. Primero me sacaron un pulmón y me pusieron uno, y después repitieron la operación con el otro». Subraya que no pasó dolor y solo estuvo cinco días en reanimación. De ahí la trasladaron a una habitación aislada donde estuvo quince días. «Pero ya podía salir al pasillo».

En su proceso de recuperación la rehabilitación tuvo un papel central. «No perdí masa muscular, pero tenía que coger fuerza en las piernas». Tras una estancia en un piso alquilado en A Coruña regresó a casa en junio. Ángela toma una medicación y otra para el rechazo del trasplante, que necesitará de por vida. Ahora tiene que hacerse controles cada tres meses, pero se siente muy bien.

«La fatiga no me dejaba vivir ni hacer cosas. Tengo dos sobrinas mellizas y antes casi no podía cogerlas». Del donante solo sabe que era una persona joven. «Me gustaría saber por su familia, para darles las gracias y que vieran que yo estoy viva gracias a ellos», señala. Ángela también agradece el apoyo que le brindaron durante los malos momentos su familia y sus amigos y conocidos. ¿Retomará el trabajo? De momento no tiene prisa. Sabe que no podrá trabajar con niños. «Estoy pensando en hacer algún ciclo de farmacia. Tendré que buscar otros caminitos, pero no soy de pensar mucho en el futuro», dice con una gran sonrisa.