Así es y así actúa el donjuán gallego: «Me regaló cosas de sus otras víctimas»

Alberto Mahía A CORUÑA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Afectadas recuerdan sus vivencias y sufrimientos al lado de un hombre al que acusan de ser un estafador

13 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Bajito y sin dientes, tiene claro que en un salón de baile tendría el mismo éxito que el paragüero. Él lo sabe. El donjuán de Marín, cercado a sus 39 años por decenas de mujeres de toda España de las que se burló, rompió el corazón y robó, suple el físico con labia. Él hablaba y lo seguían como al flautista de Hamelín. Reclamado por varios juzgados, con cada una de sus víctimas escribe un perfecto guion. Este aficionado al travestismo informático -para buscar a sus presas navega por redes sociales con nombres ficticios- resultó ser un diablo para una centuria de mujeres, y ahora ellas quieren devolverlo a los infiernos de una prisión que nunca pisó porque, en la inmensa mayoría de los casos demostrar una deuda sin firmas de por medio es casi siempre una pérdida de tiempo y de más dinero.

Historias como las del donjuán gallego se salen a veces de la televisión para mudarse al otro lado de la cama.

«Fue mi compañero de clase y me intentó estafar 800 euros». «En el 2002 era mi compañero de clase e intentó estafarme 800 euros porque me dijo que necesitaba comprar un ordenador. Finalmente me los devolvieron su madre y su hermana, que vivían por aquel entonces en Pontevedra. A raíz del intento de estafa dejó las clases y desapareció».

«Me cogió la cartilla y me robó todo el dinero que tenía». «Lo mío sucedió entre 1998 y enero del 2000. Me aisló del mundo y me alejó de mi familia, hasta el punto de que no me hablaba con mis padres y mi hermano dejó de hablarme, como amigos y conocidos. Veían lo que yo no quería ver y hacía todo lo que él decía. Además, engañó a conocidos míos con promesas de productos móviles novedosos, que luego tuve que pagar yo. Y me robó dinero de mi cuenta, ya que me cogió la cartilla y me quitó todo el dinero que tenía en ella».

«Tardé años en superar la desconfianza». «Fui su víctima. Fui una imbécil redomada y tardé años en superar la desconfianza que me producía conocer a otras personas. Hoy soy una mujer libre de esos miedos, pero fue un pasado duro y sobre todo injusto. El dinero o los objetos que me sustrajo en realidad fueron anecdóticos? Una tiene que reconocer que ha sido idiota y pasar página. Lo difícil fue lo que sustrajo emocionalmente. Todavía pienso en él y se me revuelve el estómago ¿Cómo pude ser tan estúpida? Como sus víctimas suelen ser inteligentes, cuesta mucho trabajo reconocer que te han chuleado. A mí al menos me llevó mucho tiempo. Mimetizó mi vida entera y la hizo suya mientras yo me desangraba en sufrimiento».

«Me dejó un agujero económico y otro emocional». «Este personaje irrumpió en mi vida hace la friolera de 15 años. Contaba yo 17 y mi padre había fallecido dos años antes, así que no era la más estable emocionalmente.

Yo era una adolescente peculiar, muy madura, gótica, amante de Internet y apareció. Hablar con él era hablar como con un espejo. Yo escribía, él también. Me interesaban los ordenadores, él era un hacker tremendo. Yo había perdido a mi padre en una enfermedad larga y dolorosa, él era huérfano. Me regaló cosas que luego descubrí habían pertenecido a otra víctima o a otras víctimas. A los dos meses de convivencia, cuando ya habían desaparecido demasiados objetos de mi piso, le dije que se fuera. Dejó un agujero económico detrás, un gran agujero emocional también, pero por suerte de todo se sale».

«Cuando lo descubrí, empezó con amenazas graves». «Me sedujo partiendo de historias que más adelante averigüé que eran falsas? Ni trabajaba de lo que me dijo, ni vivía donde me dijo. Me prometió una visita a Mallorca y dijo que quería que fuéramos a vivir juntos a Barcelona. A los meses de mantener la farsa conmigo, descubrí que estaba manteniendo una relación paralela con otra persona. Al ver que lo descubrí, empezaron las llamadas insistentes, y lo peor de todo, las amenazas graves a mi persona».

«No pude evitar dejarme engatusar». «Lo conocí en Barcelona en el 2014 mediante una red social. En ese momento iniciaba mi carrera como tatuadora y él se presentó como tatuador profesional muy interesado y admirado de mi esfuerzo, cualquier cosa que yo hacía le resultaba admirable. Su inteligencia y cultura, innegable, de manera que no pude evitar dejarme engatusar por sus habilidades. Se instaló en mi casa, me regaló diversas cosas robadas a otras chicas, me cocinaba, me abrazaba y me mimaba».

«Me sacó 800 euros y la confianza en los hombres». «A mí me sacó a base de mentiras, 800 euros, la confianza en los hombres y el miedo a las relaciones. Pontevedra es pequeña y aun así nos costó tiempo descubrir las mentiras de este ser».

«Me pidió 600 euros. Fui tonta y se los di». «A mí me pidió 600 euros, y sí, fui tonta y se los di. Confié en una persona, que más o menos, por su trabajo y por como hablaba y expresaba, parecía de lo más normal. Cuál fue mi sorpresa cuando averigüé que se hizo pasar por mí para estafar a otra de sus conquistas, que son muchas».