Marín entierra a su Sardiña y Pontevedra regresa un siglo atrás

La Voz

PONTEVEDRA CIUDAD

La lluvia da una pequeña tregua para dos de los actos centrales del día, que permitió salir a don Perfecto Feijoo

11 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No fue una rendición total, pero sí una pequeña tregua. Las fuertes rachas de viento y las precipitaciones intensas dieron paso ayer, durante parte de la tarde, a una fina lluvia que no impidió que los veicnos de Pontevedra y de Marín salieran a la calle para disfrutar de dos de los actos centrales del Entroido del día. La praza da Peregrina se llenó por un rato de paraguas para viajar en el tiempo hasta principios del siglo pasado, cuando don Perfecto Feijoo atendía su botica acompañado de su loro, Ravachol. Aunque el ave disfrazado de negociador de Ence se quedó a buen resguardo para evitar mojarse las plumas, su réplica permanente anclada en el epicentro de la ciudad hizo las veces de observador. A pocos metros, varios círculos de tiza pintados en el suelo daban buena prueba de que los el Aula de Teatro Municipal volvía a implicar a pequeños y mayores en los juegos tradicionales. Un grupo de familias intentaban enganchar un aro en el cuello de una botella con más o menos éxito.

Esta noche toca la final del XXV Concurso de Murgas, que se celebrará esta noche,a las 21 horas, en el Pazo da Cultura.

El «peixe» de Marín

Un palco ataviado con crespones y el riguroso duelo de las viudas prepararon durante la tarde el ambiente de entroido en la Alameda de Marín. Varias horas después de llantos y pésames, la comitiva fúnebre salió del Ateneo y recorrió las calles de la villa en su tradicional Enterro da Sardiña, «peixe» que recibió su sepultura en el mar.