Alumnos y profesor, al instituto en «skate»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

Varios estudiantes y un docente acuden al IES Valle Inclán usando un patín como medio de transporte

05 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Comparten instituto y afición al patín. Un interés que también les lleva a desplazarse normalmente en skate para ir a clase y a impartirla. Quienes tienen esta costumbre son un grupo de alumnos del IES Valle Inclán de Pontevedra y un profesor de Matemáticas, Vítor Lourenzo. Estudiantes y docente aparecen puntuales a la cita con La Voz en la puerta de su centro educativo.

Todos llegan con el patinete en la mano. Todavía hace frío a la hora del recreo y aceptan la sugerencia de moverse un poco en busca de sol. Guillermo García y Lucas González están en 3º de la ESO. Diego Janeiro en 4º. Pedro Maquieira, el más hablador, cursa 1º de bachillerato, al igual que Rebeca Campos. Y Chus García y Anne Inchaurraga son de 2º de bachillerato. Vítor Lourenzo se estrenó este curso en el Valle Inclán. «Aínda non levo un mes», dice.

El docente rompe el hielo. Cuenta que vive en la avenida de Lugo y que suele acudir al instituto en patín. «Fágoo cando chego tarde e cando teño clase pola tarde. A pé tardo uns vinte minutos e en patín menos de dez», comenta. Eso sí, a la vuelta, va subido hasta la pasarela de Loureiro Crespo. A partir de ahí, se baja y lo lleva en la mano porque es cuesta arriba.

Explica que esta costumbre no es habitual entre sus compañeros y que los primeros días llamó bastante la atención. «Ao principio pensaban que era dun alumno ao que llo confiscara en clase», desvela Vítor. La anécdota hace reír a los chicos. A alguno le da clases de Matemáticas. «Esta é a primeira cidade na que uso o patín como medio de transporte. Noutras é imposible polas costas ou polo propio deseño da cidade», apunta este docente que también emplea la bicicleta, al igual que Juan Gil, profesor de Griego del Valle Inclán.

Los chicos viven en distintos puntos del municipio. Algunos en el casco urbano, pero otros, como Rebeca o Pedro, residen en Os Praceres (Lourizán) y en San Andrés de Xeve, respectivamente. No van hasta el centro en skate. Los llevan en coche o van en autobús hasta un punto y luego siguen en patín. «Una vez perdí el bus y sí fui desde Xeve hasta el instituto en skate, unos siete kilómetros», remacha Pedro.

Pedro y Chus señalan que fueron los «pioneros» en el Valle Inclán. Su costumbre sirvió de acicate para otros, como reconocen ellos mismos. Los alumnos coinciden en que una cosa es ir en skate a clase y otra tener sitio para patinar. Esa sigue siendo una carencia a la que el Concello quiere poner solución en este mandato. De momento tienen que emigrar a otros municipios como Marín o Vilagarcía que sí disponen de instalaciones para deportes urbanos. «Hemos creado una asociación, a ver si así lo conseguimos porque en la plaza de José Martí, donde está el híper, ya no podemos y en Santa María molestamos a la gente», subraya Chus.

Sin sitio específico

¿Y cómo es la convivencia dentro del instituto? En general, dicen que buena. «Lo dejamos en clase para que no nos lo roben, en algunas hay armarios, en otras no y lo apoyamos en la pared. Hay un profesor que protesta, pero en general no hay ningún problema porque no lo usamos por los pasillos», cuenta Rebeca, que también va en skate al conservatorio. No estaría mal disponer de un sitio específico en el Valle Inclán para dejarlos, afirman. La ciudad se presta bastante para los skaters, aunque hay zonas donde las aceras con baldosas «de cuadraditos» hacen «mucho ruido y asustamos a la gente». «Está bien pero podría estar mejor». «Hay días que es imposible transitar por las calles porque hay mucha gente».

El día a día con peatones, ciclistas y coches es más complicado, relatan. «También hay perros que te persiguen», matiza Pedro. «Y gente que te da bastonazos», añade Chus. Todos han sufrido algún percance por caídas, incluido el profesor. Lo ven como algo casi inherente a su afición. Sobre todo esguinces y alguna rotura de clavícula. Alguno también se dejó los codos...