Escapando de clase para entrenar como campeones gallegos

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Marín prepara a tres de las medallas de oro sub-21 de taekuondo

29 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Busca huecos entre clase y clase para escaparse corriendo a entrenar un rato. Iván García, campeón gallego absoluto y sub-21 de taekuondo -además de quinto de España-, se ha visto obligado a fraccionar sus sesiones para poder atender la universidad. Acaba de matricularse en Ciencias da Actividade Física e o Deporte en el campus de Pontevedra y tiene horario partido. Así, en lugar de hacer cuatro o cinco horas seguidas de adiestramiento calcula los horarios de cada día para hacer dos o dos y media en cada uno de los turnos. Así, cinco días a la semana. El sexto puede hacer horario continuo.

Tanto él como Pablo Fernández, campeón de España sub-21 en el 2014 y subcampeón el año pasado, y campeón gallego las últimas dos temporadas, rozan la veintena a efectos físicos, pero no de ocio. Fernández, de 20 años, también cursa algo similar. Empezó el año pasado a estudiar Ingeniería Industrial en la rama de Mecánica, pero ni tenía tiempo para dedicarle ni demasiada vocación, así que se pasó al Ciclo Superior de Actividades Físicas e Deportivas en el IES Sánchez-Cantón, titulación que, por el momento, sí cumple sus expectativas.

Aunque los dos estudian, y en ocasiones entrenan, en Pontevedra, su pasión está a unos pocos kilómetros de la ciudad del Lérez. En el gimnasio Mat Sport de Marín. Allí Ángel Torres convirtió lo que empezó siendo una actividad elegida por los padres para que los niños hicieran algo de ejercicio en una vocación. Ninguno de los dos llegó por elección propia -Iván con 5 años y Pablo con 6-, pero a los dos los conquistó esta disciplina en cuestión de meses.

Sin viaje a la nieve

Ahora por ella sacrifican planes todos los días. De ocio y de estudio. El takeuondo no solo convierte en eternos sus días -ambos salen de casa por la mañana y no regresan hasta la noche, careciendo apenas de tiempo para sus familias-, sino que además les impide hacer vida a meses vista. «Mi clase fue una semana al nieve, y yo tres meses antes no puedo inscribirme porque no sé si voy a tener campeonato», señala Pablo. Y no hay que irse tan lejos: «Hay temporadas en las que apenas salgo de casa, solo para entrenar e ir a clase», confiesa. «Pasas todo el día fuera de casa y acabas agotado», admite Iván.

¿Qué compensa tanto sacrificio? «Antes de un campeonato, tengo sensaciones que no me da ninguna otra cosa», reconoce Pablo. ¿Cuáles? «No sabría describirlas: adrenalina, incertidumbre». Coincide con él Iván en la motivación: «Es una cuestión de satisfacción propia, de saber lo que puedes llegar a hacer». Pero al primero hay otra recompensa que valora casi tanto como la de la superación personal: los viajes. Solo en esta temporada ya ha competido en Croacia y Rumanía, además de conocerse España casi a la perfección. Y en años anteriores le tocó visitar Polonia, Austria y Bélgica. En todos ellos tuvo la posibilidad de conocer gente a la que no habría tenido acceso de otra manera.

Son experiencias que ambos van acumulando y que guardan para el futuro. A los dos les gustaría dedicarse al taekuondo, pero saben que es más que complicado. De ahí que los dos hagan esfuerzos, titánicos en algunas ocasiones, para continuar su vida académica mientras continúan cultivando la deportiva, la que les apasiona.

Iván compite en categoría menos 80 y Pablo en menos 87. A muchos kilos de distancia y unos cuantos años está Cristina Otero. Comparte con ellos tapiz y éxitos. En su categoría, menos 43, la joven, de 16 años, acaba de convertirse en campeona gallega. Estudia todavía en un colegio de Marín y reparte sus horas de estudio con las de entrenamiento, al igual que sus dos compañeros de hazañas.