Tatuaje granate bajo la piel

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Fernando, María Dolores, Santiago y Fran son algunos de los hinchas más fieles y apasionados del Pontevedra. Por eso lo siguen allá donde vaya

20 nov 2015 . Actualizado a las 13:13 h.

«Cuando nos quitamos la camiseta seguimos con el granate bajo la piel». Lo dice uno de los hinchas más fieles y antiguos del Pontevedra. Iba ya con su padre cuando apenas sabía diferenciar un córner de un saque de banda, y ha asistido a casi todos los partidos del club pontevedrés durante los últimos quince años. Incluso a los que se juegan fuera de casa. Siempre que ha habido un autobús disponible, ha exhibido su camiseta y ondeado su bufanda en campos «repartidos por todo España, desde Ceuta hasta el norte», asegura. Ahora lo sabe todo. Se llama María Dolores Urrabieta, y entre sus primeros recuerdos están los viajes que hacía de pequeñita con sus padres gracias a las excursiones que organizaba Solleiro para ver a su equipo jugar fuera.

Más tarde, casada y con familia, hacía los viajes con su marido, su hija pequeña y su hermana. Esta última es la única que la acompaña hoy en día. Su marido no es de la ciudad, y eso se nota, admite. Pero las hermanas Urrabieta Montes no faltan.

Tampoco Santiago Valiño, socio desde 1974. La vida universitaria de Santiago lo alejó una época de Pasarón, al que regresó en el 2000, cuando volvió a instalarse definitivamente en la ciudad del Lérez. Ha pasado por Badajoz, Haro, Portugalete, Córdoba, Sevilla, Miranda de Ebro, Ferrol y Ourense, entre otros muchos destinos visitados por el Pontevedra.

De algunos volvió victorioso, como el de Portugalete, precisamente el preferido de Fernando González Agra, con el carné número 147 y 40 años de noviazgo ininterrumpido con el club. Santiago recuerda especialmente el de Badajoz por la cantidad de imprevistos que tuvieron que superar para llegar a casa de vuelta a tiempo para cumplir con las obligaciones más terrenales de cada uno. Y el de Miranda de Ebro, o el de Sevilla, de donde volvieron con un 0-2 bajo el brazo.

Y, si pierde, no importa

Pero no en todos se gana. En ese caso, cada uno aplica su propia técnica para afrontar el trayecto de vuelta. «Si hay partido de vuelta en casa se hace con optimismo, porque Pasarón apoya mucho y eso da más opciones de ganar. Y todos los años se renuevan las ilusiones», explica Dolores. «Después de perder se hace lo mismo que después de ganar, porque los del Pontevedra lo tenemos en el corazón gane o pierda, y yo estoy contento igual. Siempre se pasa un poquito mejor cuando se gana pero, si no, ya sabes que tienes que volver a Pasarón el domingo siguiente a animar», asegura Fernando. «El Pontevedra es como ese niño pequeño al que a veces hace falta ir a empujar, aunque luego te des cuenta de que en realidad no lo necesita porque es superior al rival», bromea Valiño.

Ninguno de los tres baja del medio siglo. Son algunos de los más antiguos. Aunque Santiago hable de su hijo de 16 años como «una de esas viejas glorias que juega en el Pontevedra desde que tenía 8 años en los benjamines hasta juvenil. No es tan frecuente». Sí que lo son los jóvenes que siguen a su equipo. Francisco Izquierdo es socio desde el 2005, y también uno de los más apasionados. Tiene 25 años. Además de ser voluntario, vive los colores granates como si fueran los propios. Porque lo son, matiza: «Es un sentimiento inexplicable totalmente, porque estás esperando a que llegue el domingo para entrar en el templo. Para mí Pasarón es un tempo». También se apunta a todos los viajes que hay, por eso le cuesta elegir alguno de entre todos los de la mítica fase de ascenso contra el Oviedo, el Alcorcón o el Ponferrada.