Un paseo sensorial por los jardines de la Alameda

PONTEVEDRA CIUDAD

Alumnos del Carlos Oroza guían a un grupo de invidentes por el parque poontevedrés como parte de sus prácticas educativas

24 mar 2015 . Actualizado a las 07:32 h.

Un grupo de personas invidentes de la ONCE vivieron ayer una experiencia muy especial. Consistió en una visita sensorial guiada por el patrimonio arbóreo del entorno de la Alameda pontevedresa, específicamente diseñada para ellos por los alumnos de segundo curso del Ciclo Superior de Guías, Información y Asistencia Turística del CIFP Carlos Oroza. Para este paseo utilizaron todo tipo de recursos de apoyo, en los que los sentidos del tacto, del olfato e incluso del gusto jugaron un papel fundamental. Sara fue la encargada de darles la bienvenida y, a partir de ahí, ella y cada uno de sus compañeros fueron dirigiendo a las personas ciegas por los distintos ejemplares de árboles y arbustos, previamente seleccionados con el asesoramiento del experto en botánica Jaime Blanco Dios.

Con antifaz

El recorrido comenzó en los Jardines de Vincenti y remató en los del Doctor Marescot, delante de la Facultad de Bellas Artes. Entre los participantes había también videntes que no dudaron en ponerse un antifaz para vivir esta experiencia, como fue el caso de los concejales de Patrimonio, Luis Bará, y de Cultura, Anxos Riveiro. La primera parada fue en una Palmera de Sagú, una especie tan antigua que ya sirvió de alimento a los dinosaurios. Carolina explicó al grupo que esta planta de origen asiático se utilizaba para confeccionar abanicos que se ofrecían a los jefes de las tribus y a los hechiceros para librarse de los malos espíritus. También les contó que puede vivir hasta 200 años, «así que igual esconde el secreto de la eterna juventud». La segunda parada fue en un árbol africano denominado Erythrina Caffra y allí estaba Christian para conseguir que el grupo percibiese todas sus características con ayuda sobre todo del tacto: sus raíces sobresalientes y su tronco de espinas que ascienden hacia las ramas. Las vainas y los frutos que produce se las mostró en unas láminas en relieve especialmente hechas para esta visita. Y como curiosidad les comentó que la madera de este árbol se utilizaba para hacer canoas y para las cubiertas de las casas.

El gusto

La visita sensorial continuó por cedros, magnolias, camelias, pinos de Oregón y otras especies de nombres menos comunes, como la Taxus baccata o la Chorisia speciosa, cada una con sus posibilidades sensoriales. En unos casos pidieron tocar la textura de sus hojas y en otros oler sus flores. Después de descubrir la magia de los jardines de este parque emblemático que conforman Las Palmeras y la Alameda, los participantes en esta visita guiada cruzaron a los jardines de Marescot, donde la visita no podía terminar con mejor sabor de boca. Allí fueron obsequiados con unos pasteles elaborados especialmente para ellos por los alumnos de Pastelería del Carlos Oroza, unas delicias de chocolate rellenas con mermelada de naranjas ácidas, como las que producen los naranjos bravos que también hay en este parque. Los estudiantes de Guía y Asistencia Turista del Centro se ganaron un gran aplauso por el buen trabajo realizado.