Aparecen restos bien conservados del foso de las Torres Arzobispales

PONTEVEDRA CIUDAD

Las obras dejaron a la vista un muro de unos cinco metros de altura delante del Palacete de las Mendoza

14 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Pontevedra desenterró ayer un nuevo pedazo de su historia. Las obras de reforma de la avenida de Santa María dejaron al descubierto, con un estado de conservación más que bueno, un espectacular muro de piedra que los arqueólogos vinculan -a la espera de estudios más pormenorizados- a las Torres Arzobispales que entre los siglo XIII y XIX presidieron esta parte de la ciudad.

Lo que desde ayer está a la vista es un muro de unos ocho metros de largo por casi cinco de alto. Se encuentra perfectamente conservado y discurre en paralelo al muro que delimita el Palacete de las Mendoza, justo al lado de la entrada al mismo. Con toda probabilidad se trata de restos de la fortaleza defensiva que se añadió a las Torres Arzobispales varios siglos después de su construcción original. De hecho, el responsable de la excavación, el arqueólogo Francisco Javier Chao, destacó sobre el terreno que mientras las citadas torres tienen un origen medieval, «o sistema constructivo» del muro descubierto ayer es bastante posterior, más bien se dataría entre los siglos XVII y XVIII.

Se trata, explicó este experto, de un muro con unas características que podrían ser similares a las de fortalezas fronterizas, como las de Tui, Valença o Viana do Castelo.

Por su parte, el arqueólogo municipal, Xoán Carlos Castro, destacó la importancia de este hallazgo que calificó de «monumental» y se mostró «abraiado» tanto por la altura del muro como por la calidad de la fabricación «con pedra moi ben tallada». «Estamos falando do Pazo Arzobispal, polo tanto era un elemento non soamente de prestixo senón tamén defensivo».

Constancia gráfica

De la presencia de esta parte fortificada de las Torres Arzobispales -que bien podría corresponder a un foso o a un borde intramuros del complejo de edificios- existe constatación gráfica, tal y como se apuntó desde la tenencia de alcaldía delegada del Centro Histórico. Así, en el libro Pontevedra, villa amurallada de Juan Juega, Antonio de la peña y Enrique Sotelo, aparecen algunos grabados en los que se aprecia un muro con cierto grado de inclinación -más ancho en la base que en su punto superior-, similar al que quedó a la vista ayer.