Petroglifos a salvo y rodeados de unas discutidas pasarelas

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

POIO

¿Son más útiles los paseos de madera que los senderos naturales de antaño para visitar el parque de arte rupestre de Poio?

26 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El área arqueológica de A Caeira es uno de los recursos patrimoniales y turísticos de Poio que bien merece una visita. Pero, ojo, llegar no es sencillo. Algún cartel hay, pero no se ven demasiado bien y, además, es fácil despistarse por las pistas del entorno. Una vez que se llega, aunque uno va con la idea de buscar esos grabados prehistóricos en la piedra, hay una cosa que llama la atención primero: la majestuosa vista que hay desde allí sobre la ciudad de Pontevedra, con los puentes del Lérez y la ría al fondo. La estampa es digna de postal. Y solo con verla ya pagaría la pena el viaje hasta lo alto de A Caeira. Pero hay más. Vaya si hay más. Está la arqueología.

Con el tema de los petroglifos, es fácil desesperarse. No siempre se ven bien, a veces, dependiendo de la luz, es casi una cuestión de fe observar el grabado sobre la piedra. En este caso, el visitante cuenta con dos ayudas fundamentales: pequeños paneles en color malva que ayudan a interpretar las figuras y descubrir las formas circulares de la Pedra Grande de Montecelo y la Laxa das Lebres y el hecho de que, al menos actualmente, la vegetación está bien cortada, de forma que no esconde el arte rupestre. Los paneles se conservan en relativo buen estado. Hay alguno que empieza a borrarse pero, en general, son de gran ayuda.

Con la vegetación, aunque el Concello la tiene metida en cintura, hay un problema. El parque está totalmente lleno de penachos de la hierba de la Pampa, una especie invasora que cada vez va a más. Igualmente, también está cercado por eucaliptos y mimosas por doquier. Luego hay que hablar de las pasarelas. Porque, para hacer visitable la zona, se decidió colocar unos largos paseos de madera. ¿Son útiles? Depende a quien se le pregunte. Ayer, varias personas señalaban que antiguamente había caminos naturales -de hecho, algunos todavía quedan- que hacían más cómoda la visita, sobre todo con niños, porque el paseíllo de madera, en algunos puntos, tiene una altura y un peligro considerable para los pequeños. La zona es a menudo visita por vecinos con perros. Quizás por ello, el Concello se preocupó de poner carteles por doquier alertando de que es obligatorio recoger los excrementos de los canes.

Ayer a media mañana, no había visitantes. Pero sí estaban en el parque quienes grababan un documental sobre el arte rupestre. Entrevistaba ellos al investigador Antonio Costa, que explicaba la historia de estos petroglifos. Indicaba él que fueron descubiertos por Sobrino Lorenzo a principios del siglo XX. Y que en los años setenta los catalogó Antonio de la Peña. ¿Cree Antonio Costa, antiguo miembro del Instituto Pai Sarmiento de Estudos Galegos que se conservan los petroglifos de A Caeira en buen estado? «En liñas xerais están ben, están limpos, poden verse ben e coidados. Teñen que facer algo coa herba da Pampa, porque se está inzando todo dela, pero polo demais están bastante ben. Estou seguro de que na zona de eucaliptos que os rodea ten que haber máis gravados», indica.