Cuatro vidas de mujeres inspiradoras

Alfredo López Penide
López Penide POIO / LA VOZ

POIO

CAPOTILLO

Josefa sacó adelante a 16 hijos, Ángeles regentó una tienda cuarenta años, Victoria fue la primera practicante de Lourido y Dolores lleva toda la vida vinculada al mar

04 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sus nombres no tendrán el relumbrón de las grandes estrellas de Hollywood, pero se han ganado el cariño y el respeto de sus vecinos, los cuales les rendirán homenaje el próximo viernes. Y es que sus vidas han inspirado a las generaciones que las han precedido.

Cuando los antropólogos aluden al matriarcado a buen seguro que tenían en mente a mujeres como Josefa Barral García. «A miña vida foi moi dura», asegura, al tiempo que recuerda como sacó adelante a dieciséis hijos -hoy tiene media docena de bisnietos y diecinueve nietos, el vigésimo está en camino-. Echando la vista atrás, rememora como, además de criar a sus hijos, «tíñamos vacas e había que levalas ao monte. Todos os días andaba, seguro, seis quilómetros monte arriba, monte abaixo. Sabes onde as levas, pero non sabes onde as vas ter que buscar».

Y si la vida de Josefa esta vinculada con la tierra, la de Dolores del Río Soto con el mar. A fin de cuentas, fue una de las primeras mujeres en dedicarse al xeito en Poio. «Cando eu andaba ao xeito, que ía co meu pai, non había motores, íamos a remo, todo o mundo estrañábanse pero, como me gustaba, eu pasaba», evoca, al tiempo que rememora cómo se dedicó a la batea y al marisqueo, llegando ser miembro de la directiva de la cofradía San Telmo.

También fue una pionera María Victoria Márquez Álvarez, a quien la necesidad hizo convertirse en la primera practicante de Lourido: «A miña nai era moi delicada, enfermaba e tiña necesidade de poñerlle inxeccións con frecuencia e non había quen. Empecei con ela e como na aldea non había que as puxera, pois chamábanme e ía. Pero iso para min non significaba ningún sacrificio. Era unha satisfacción».

A su lado, Ángeles Villaverde Pérez, quien se jubiló recientemente. Todos aún en Raxó la recuerdan detrás de la tienda que regentó durante cuarenta años y que era conocida como El Corte Inglés. «Había de todo un pouco», reflexiona. «Alí non había hora de peche, nin domingos... Antes non había funerarias. Morría calquera á hora que fora e víñannos chamar para o luto e para que foramos axudar a vestir o defunto e alá íamos o meu home e mais eu», añade, quien puede presumir de que «nunca enganei a un cliente».

A pesar de sus vidas dispares, hay algo en lo que coinciden. Y es en la humildad con la que han recibido la propuesta de homenaje de sus vecinos. Las cuatro consideran que no han hecho nada extraordinario. E incluso, hubo quien dudó en aceptarlo. «Por respecto ás que me propuxeron, aceptei, porque senón houbera dito que non», asegura Victoria.