Estrellas del rock que compran vinilos en Poio

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

POIO

CAPOTILLO

Pablo Cid, creador de la primera aplicación de discos gramofónicos, vende, entre otros, a Henry Rollins

30 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Mi padre me puso desde siempre buena música. Tuve mucha suerte». El primer recuerdo que tiene Pablo Cid en vinilo es Other side of the moon, de Pink Floyd. Por eso es también uno de los 10.000 que tiene ahora que no vendería ni loco. Tampoco los de Suede, Placebo o Rammstein. Porque, para alguien que se dedica a la compra venta de discos gramofónicos, los únicos que no tienen precio son a los que salva su valor simbólico. «Son épocas que viví y... no sé... son recuerdos», se ablanda para, a continuación, celebrar la frase «todo tiene un precio, ¿no?». «Efectivamente», responde.

La historia que ha llevado a este pontevedrés de 37 años a crear la primera aplicación móvil de compraventa de música en soporte gramofónico, ByVinyl, pasa por el cultivo de peces, la noche, la crisis, el emprendimiento y, sobre todo, por la pasión por la música. Y sirve también como recorrido por la realidad de muchos jóvenes de su edad. Por ejemplo, los de quienes, como él, estudiaron en el Igafa de A Illa de Arousa.

Sí, Pablo iba para acuicultor. Tras terminar los estudios se puso a trabajar en Aquazoo, en Meis. Su sector no es fácil, y los contratos son precarios y no muy bien remunerados. Seis meses duró en lo suyo antes de tener la «brillante idea» de dejarlo para meterse como empresario. De la noche. Regentó dos de los locales de copas más rockeros de la ciudad, Xolda y Janis. «Era una locura», reconoce. En ella vivió «tres o cuatro años», hasta que, cansado de todo lo que conlleva la vida nocturna, se pasó a la diurna. Ya con experiencia, continuó en la hostelería, pero a las órdenes del astro Lorenzo.

La cosa tampoco le fue mucho mejor a nivel laboral. Despojado de sus responsabilidades como propietario de los negocios, el empleo por cuenta ajena le trajo otros imprevistos. «O cerraban o no te pagaban», dice, y cita como ejemplo La Ibense. Fue esta última etapa la que empezó a compatibilizar con lo que realmente quería hacer.

Los vinilos acababan de volver a ponerse de moda, y parecía el momento perfecto para sumergirse en un proyecto propio e ilusionante. Y, además, desde casa. Así que hizo acopio de unos doscientos ejemplares de diferentes estilos y artistas y se zambulló en eBay. Es a través de esta plataforma como fue haciendo sus primeros clientes. Las buenas referencias y la creciente cantidad de producto que fue adquiriendo lo llevaron a abastecer a muchos pinchadiscos de diferentes partes del mundo. Entre ellos está el líder de la Rollins Band y Black Flag, Henry Rollins. Los menos aficionados al rock norteamericano podrán identificarlo por sus papeles en Johnny Mnemonic, Batman o Carretera perdida, entre otras películas, y en series como Sons of anarchy, en la que hace de neo nazi.

El rockero compagina su faceta de músico con la de actor, pincha, monologuista y activista político. De la segunda siempre dijo que fue su vocación frustrada -como la de su colega Anthony Kiedis, cantante de Red Hot Chili Peppers-. La segunda lo ha llevado durante meses a gastarse entre 120 y 150 euros cada dos semanas solo en los discos que le compraba a Cid Casalderrey. «Son para su colección particular», explica el pontevedrés, y añade de la estrella de rock que «es un tío muy simpático».

Ya exiliado del mundo de la hostelería y centrado profesionalmente en el de los discos, y usuario de plataformas como Wallapop, Pablo comenzó a buscar una aplicación similar solo para vinilos. Su sorpresa fue que no había. Ni una sola. Y así encontró lo que realmente buscaba.

ByVinyl salió al mercado hace poco más de una semana y ya tiene cuarenta usuarios registrados, con sus cuentas de PayPal o tarjetas de crédito listas para empezar a funcionar. Como ya tiene una red de clientes muy amplia que ha ido acumulando a lo largo de los cinco años que lleva en el sector, ya esperaba esta aceptación. Todavía no se ha producido ninguna venta, pero la aplicación ya está disponible en iTunes y en GooglePlay. Pablo es realista. Sabe que es un proyecto a largo plazo y, de hecho, esta es solo la primera fase de una estrategia que continuará con una página web profesional -«que podría llegar a hacer la competencia a eBay», asegura- en la que las casas discográficas más modestas tendrían su propio hueco gratuito. Su plan de negocio culminaría con un sistema de pujas en la que el precio de cada vinilo no quedaría marcado, como ahora, por su propietario, sino por la ley de la oferta y la demanda. La misma que lo ha convertido en un pionero en el mundo de los surcos sonoros.