«Me decían que estaba loca, pero hice bien»

m.h. pontevedra / la voz

POIO

01 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Raquel, natural de Poio, tenía bastantes papeletas para que la aventura empresarial en la que se embarcó en el año 2012 le saliese mal. Se quedó en el paro tras muchos años trabajando en una carnicería en Monteporreiro que cerró. Y quiso reflotar ese mismo negocio que acababa de cerrar. Pero no tenía dinero suficiente. Lo intentó con los bancos, «pero nadie te da un crédito teniendo una hipoteca, una hija a tu cargo y un crédito de un coche». Así que se le encendió una luz cuando se enteró de que podía capitalizar su paro. Nada menos que unos 20.000 euros. Los cobró de golpe y reabrió el establecimiento. Reconoce que no fue fácil: «Me decían que estaba loca, pero hice bien. Mis padres y mis hermanos me decían que si esa carnicería cerrara era que no daba, que no me metiese, pero lo hice. Soy una persona valiente y en el paro no pintaba nada, se me iba a acabar y me quedaba sin nada». Tenía entonces 36 años.

Raquel reconoce que no fue fácil. Y que tuvo que reinventar su carnicería para sobrevivir. «Vi que lo que tiraba eran los elaborados. Empecé poco a poco, haciendo rebozados y cosas así. Pero vi que no era suficiente y me metí a hacer pollos rellenos, ensaladillas... Y así tiré». Ahora, tiene tres empleados y quiere contratar otro. Va a cambiar de local para contar con más espacio y acaba de afrontar una nueva inversión. «Esta vez sí que el banco me dio un crédito sin problema», señala. ¿Cuál cree que es la delgada línea que separa un negocio que fracasa de uno que tira? «Intuición, saber donde te metes y reinventarte», dice.