La madre de las niñas asesinadas en Moraña recoge firmas para mantener la prisión permanente

Europa Press / EFE VIGO

MORAÑA

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La sentencia asegura que el parricida, David Oubel Renedo, carece de los más elementales valores y escrúpulos

20 jul 2017 . Actualizado a las 17:44 h.

La madre de las niñas de Moraña asesinadas por su padre en julio del 2015, Rocío Viéitez Ferro, ha iniciado una recogida de firmas, que ya acumula más de 2.000 apoyos, para que se mantenga en vigor la prisión permanente revisable. «Una persona que comete un delito de esta índole, ¿qué otra pena merece?», se pregunta.

El padre de las pequeñas Amaia y Candela, David Oubel Renedo, reconoció durante el juicio celebrado a principios de julio su culpabilidad y pidió perdón, tras lo cual fue condenado en firme por la Audiencia Provincial de Pontevedra a la pena de prisión permanente revisable, la primera condena de estas características que se dicta en España.

Ante la controversia generada por esta pena y las voces que piden derogarla -el Gobierno de Mariano Rajoy la incluyó en el Código Penal en el 2015 y la oposición la recurrió ante el Tribunal Constitucional-, la madre de las niñas, que tenían cuatro y nueve años de edad cuando fueron asesinadas, ha empezado a recoger firmas a través de la plataforma Change.org.

«Mi nombre es Rocío Viéitez Ferro y soy la madre de las víctimas. Y en este asunto en cuestión muestro mi total rechazo por la decisión de algunos de solicitar la derogación de esa pena», ha remarcado, a colación de lo que ha incidido en que «cada persona es responsable de sus actos» y, por tanto, debe afrontar sus responsabilidades.

«David Oubel debe asumir la condena que le ha sido impuesta por un delito mayor que se ajusta por completo a la pena que le ha sido impuesta», ha manifestado la madre, que ha apuntado que en todo caso esta pena contempla que el reo pueda salir de prisión si «muestra signos de reinserción».

En este sentido, ha trasladado que cree en la reinserción, pero ha pedido no olvidar «la parte que permanece, en la gran mayoría de casos, callada: Las víctimas». «¿Acaso la ley debe proteger mejor y dar más amparo al delincuente que a la víctima? ¿La libertad de uno significa la pérdida de libertad del otro (víctima)?», ha preguntado.

La sentencia asegura que el parricida de Moraña carece de los más elementales valores

David Oube carece «de los más elementales» valores y escrúpulos, según recoge la sentencia de la Audiencia de Pontevedra sobre el asesinato de sus dos hijas, a las que mató usando una sierra radial y un cuchillo de cocina.

El fallo, que ha sido divulgado por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, concluye que la «gravedad» del crimen que protagonizó Oubel revela su «peligrosidad», el principal argumento que encuentra la magistrada de la sección cuarta de la Audiencia de Pontevedra para rechazar la posibilidad de que se le conceda un posible indulto.

La sentencia recoge el unánime fallo del jurado, que halló culpable al parricida de dos delitos de asesinato con alevosía y agravados por ser las víctimas menores de edad y por el parentesco que les unía y confirma la imposición, ya anunciada tras la lectura del veredicto, de la pena de prisión permanente revisable.

Además, David Oubel deberá pagar 300.000 euros a la madre de las niñas, su exmujer, con la que no podrá comunicarse por ningún medio durante un periodo de treinta años y tampoco, en el caso de que salga de prisión algún día, podrá aproximarse a ella a una distancia inferior a los mil metros.

La sentencia, que se extiende durante más de veinte folios, declara probado que el parricida degolló a sus hijas con una sierra radial, tras haberlas drogado previamente con tranquilizantes para que tuvieran un «bajo nivel de conciencia» y evitar así «cualquier resistencia».

La magistrada explica que los motivos que llevaron al jurado a declararle culpable, sin aplicarle atenuante alguna, se basaron en la declaración del propio acusado, que reconoció los hechos en la vista oral, y en los sucesivos testigos que fueron refrendando este relato.

Así, cita al comerciante que le vendió la rebarbadora o a las personas que recibieron las cartas del asesino en las que daba a entender lo ocurrido y en las que llegaba a asegurarles que «la muerte será el regalo que pondré al presente en mi vida» o «no te preocupes porque no lo has visto venir, soy un muy buen actor».

Además, la titular de la sección cuarta de la Audiencia de Pontevedra recuerda también los informes de peritos y forenses que confirmaron la brutalidad del crimen y la ausencia de cualquier patología psicológica en el parricida, más allá de rasgos de personalidad «narcisista» o «psicopática» y una autoestima «muy elevada».

Con respecto a la agravante de alevosía, concluye la sentencia, la magistrada recuerda que el Tribunal Supremo ha venido considerando con carácter general que la muerte de seres indefensos, «como por naturaleza son los niños», es siempre alevosa.