Cuando la cesta de la compra se convierte en algo familiar

C. Pereiro PONTEVEDRA / LA VOZ

MORAÑA

Fruta, carne, detergente y... tabaco. Tomando ejemplo de los casi extintos ultramarinos, Luis Alberto ofrece de todo en su tienda. No cierra ningún día del año, ni siquiera los festivos.
Fruta, carne, detergente y... tabaco. Tomando ejemplo de los casi extintos ultramarinos, Luis Alberto ofrece de todo en su tienda. No cierra ningún día del año, ni siquiera los festivos. C. Pereiro

Los pequeños supermercados del rural se mantienen firmes tras décadas de actividad y negocio

10 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las nuevas generaciones suelen relacionar la palabra ultramarinos, no sin cierto motivo e imaginación, con algo proveniente del mar o la pesca. Lejos de ello, el concepto ultramarino continúa aplicándose a algunos establecimientos del rural; esos donde la charcutería comparte espacio con el estanco, o donde la frutería se separa del bar con una puerta. Muchos de ellos no pertenecen a ninguna marca o familia comercial, sino que ellos mismos son sus propios jefes.

Pilar Varela regenta el único negocio que encontramos en Santa Margarita, en Moraña. Su tienda de alimentación pertenece a esa raza casi extinta que también funciona como un bar, exteriormente separados, pero internamente conectados por una puerta. Reconoce ser feliz, estar encantada por ser su propia jefa, y seguir surtiendo de todo lo que necesiten a los vecinos de la zona. A sus espaldas, más de dos décadas tras dos mostradores a la vez. «Aquí, a diferenza da cidade, a xente párase a falar. É algo máis familiar porque tódolos días veñen os mesmos clientes. Ao bar pode vir xente de paso, pero o ?super? xa ten unha clientela máis concreta», narra Pilar. Es su tienda, ella misma decide qué productos poner a la venta y con qué proveedores tratar. Una libertad amplia, a fin de cuentas. «Fai anos a estrada xeral pasaba por aquí mesmo e parábase máis pero... Aquí seguimos».

En Tenorio, concello de Cotobade, José Pichel, aunque, como manda la tradición, todo el mundo lo llama Pepe, lleva más de treinta años tras el mostrador de la tienda de alimentación de la zona, bajo el paraguas de la empresa Froiz. «Aínda que cando abriu só tiña catro locais en Pontevedra», bromea Pepe, restándole importancia a pertenecer a una gran cadena. En su caso, el establecimiento se dedica únicamente a la alimentación, y cuenta con dos empleados más. «Antes a xente compraba dunha maneira diferente. Víñase a principios de mes e facíase unha compra grande... Coa crise iso cambiou. Agora case todo o mundo vive día a día, e non gasta tanto en caprichos ou en marcas».

En su establecimiento, la conversación es habitual. Ha visto a abuelas, madres y nietas haciendo la compra en el mismo lugar, y es que, treinta y dos años ejerciendo de tendero en Tenorio dan para mucho.

Al borde de la N-541, dirección Ourense, a la altura de O Pazo, Luis Alberto Buezas trata de mantener el negocio que perteneciera ya a sus suegros. Un bajo con historia que lleva unos 80 años sirviendo a los vecinos de la zona, primero como mesón, luego como tienda de alimentación. Su interior hace de panadería, frutería, charcutería y hasta estanco.

«Abrimos todos os días do ano. Todos. Incluído ano novo. É a única maneira de manterse e competir coas grandes superficies», reconoce Luis, que al preguntarle por las vacaciones sonríe pícaramente. «Bueno... nalgún momento tentas irte un fin de semana e tal, pero nada, a tenda non pode pechar». Los domingos, ya tiene reservadas decenas de bollos de pan, y es que así como él conoce a los clientes, ellos lo conocen él, al llevar toda la vida acudiendo a su tienda. Al fin y al cabo, si algo sabe bien, ¿para qué cambiarlo?