El dragado del canal del Lérez, en el aire

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

RAMON LEIRO

Portos busca consenso sobre el vertido de Tambo ante el riesgo de tener que reiniciar los trámites

12 may 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

El dragado del Lérez, la obra ambiental más importante en la comarca y que se encuentra en su fase final de tramitación administrativa, está en el aire. El desacuerdo entre las cofradías se reproduce también entre varios sectores en el seno de algunos pósitos. La contienda se centra en el depósito de áridos al oeste de Tambo, que algunos acatan a regañadientes y otros rechazan frontalmente. Es un problema que podría forzar un cambio sustancial en el proyecto que, de llevarse a cabo, implicaría reiniciar desde cero la tramitación ambiental. A día de hoy todo está en el aire, pendiente de una reunión donde se espera que estén todas las cofradías, Portos, técnicos y los representantes de sectores como los trabajadores de la navaja, que son los más recelosos al uso del entorno de Tambo para este plan. Portos aún no ha hecho oficial la respuesta a las alegaciones de los colectivos y cofradías. Con reuniones como la de ayer intenta evitar que todo el proyecto zozobre a última hora, diez años después de que se empezase a reclamar la retirada de áridos en la desembocadura del Lérez.

Poco es lo que ha trascendido de la reunión de esta semana entre Portos y representantes de cinco cofradías. Fue tensa y larga -tres horas- y acabó sin ninguna conclusión definitiva. En principio, nadie se niega al dragado del río, pero sí a la utilización de los áridos de peor calidad para su depósito al oeste de Tambo, mientras que los reaprovechables se destinarían a regenerar el banco marisquero a flote frente a Campelo.

La inquietud de pósitos como Bueu, Portonovo o Marín, surge del impacto que podría tener el depósito de unos 220.000 metros cúbicos de áridos al oeste de Tambo. En el estudio de impacto ambiental se escogió ese ámbito porque se considera improductivo. La tesis defendida por Portos es que, se eche lo que se eche allí, siempre será mejor que lo que hay en ese ámbito. Serviría para mejorar la calidad de la arena en ese espacio y favorecer que sea productiva.

Esta tesis encuentra la oposición abierta del sector de la navaja, que teme que las partículas en suspensión durante el depósito de tantas toneladas repercuta en una mortandad masiva de este molusco y pierdan su modo de vida durante años. Es la misma preocupación que expresaron los bateeiros, que no quieren ni pensar en un vertido cerca de los polígonos y que también alegaron en febrero en contra de este punto de vertido. Una cofradía como Bueu, que se posicionó públicamente en contra del depósito en Tambo, prefirió ayer evitar hacer declaraciones, pendiente de ver qué ocurre en la próxima reunión con todos los sectores.

Desde Portos se incidió en que esta es una zona «segura» desde el punto de vista ambiental. Ese punto de vertido cuenta con los informes técnicos favorables y permitirá la recuperación de un espacio hoy prácticamente estéril desde el punto de vista de la explotación comercial. Si se aceptase el cambio de ubicación del depósito -estos colectivos insisten en espacios autorizados al oeste de Sálvora o de Ons-, se tendría que alterar el proyecto, elaborar un informe de impacto ambiental expreso para este asunto, ampliar la partida económica para la obra -ya supone tres millones de euros- y volver a exponerse al público. La fecha de ejecución del dragado se retrasaría muchos meses.

Dudas sobre la turbidez

Los recelos al depósito de áridos en Tambo también se extienden a las cofradías promotoras del dragado. La patrona mayor de Lourizán, María del Carmen Vázquez, admitió de que en el pósito hay «miedo» a que el dragado pueda alterar las corrientes del fondo de la ría y dañar los bancos marisqueros -por esta razón ya se renunció a la apertura de los boquetes en el canal hasta que se hiciese el dragado-.

También existe el temor de que la turbidez del agua se incremente durante las obras y cause mortandad del marisco. «En Lourizán, el miedo es a la turbidez, que quede esa película sobre los bancos y provoque mortandad del marisco, pero se nos dicen que la obra está proyectada para la mejora de los bancos y de la producción del río». Vázquez insiste en que la obra debe seguir adelante, porque el proyecto incluye medidas correctoras ambientales y el control de la turbidez, aunque solicita a Portos que se valore la opinión de las cofradías durante la ejecución de los trabajos. «Queremos que se nos tenga en cuenta, que nosotros estemos implicados en el seguimiento de las obras y que si notamos algo en los bancos, se nos escuche», precisó.