Un «daddy» que enseña básquet

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

CAPOTILLO

Pat Derksen entrenó durante tres décadas al equipo de su instituto en Arizona. Ahora, visita a su hijo en Marín

22 oct 2016 . Actualizado a las 17:52 h.

Se ríe cuando le preguntan si aprovechó la visita a su hijo para echar unos partidos con el resto de jugadores del Marín Ence Peixe Galego. Dice que es demasiado mayor, pero lo cierto es que Pat Derksen hace apenas seis años que dejó de entrenar al Tucson Amphitheater, el equipo del instituto de Arizona en el que, además, era profesor de educación física (se jubiló en mayo). Tal vez por eso su hijo Tim guarda cariño a todos los entrenadores que ha tenido hasta el momento, y que se han portado como padres para él. Si tiene que elegir una de las dos facetas de Pat, duda un segundo y responde «la de padre». «Tenemos una gran relación y complicidad, hablamos antes, durante y después de los entrenamientos. La relación entre un padre y un hijo es parecida a la de un entrenador y un jugador».

Los dos llevan toda una vida compartiendo su pasión por el baloncesto, y el balón ha creado una complicidad entre ellos que derivó en una supervisión en persona del remoto municipio de Europa al que el joven Tim ha ido a parar para iniciar su carrera profesional en el Viejo Continente. Ahora, dice su padre, se queda mucho más tranquilo. «Es un ambiente muy familiar, así que hicieron muy fácil para mí vivir en Europa. Es mi primera vez fuera de Estados Unidos», agradece Tim. «Una decisión como esta nunca es sencilla de tomar pero, por lo que he oído de compañeros que jugaron aquí en el pasado, les encantó; les encantó jugar aquí, el entrenador y la gente», reconoce. «Es un muy buen equipo con chicos que parecen apreciarse mucho. Marín es como una gran familia», añade su padre.

Lo confiesa mientras apura su primer plato de comida en un restaurante próximo A Raña. Les queda algo más de media hora para coger el autobús que los llevará a Vitoria para que el cuadro azul, recién ascendido a LEB Oro, se mida al Araberri. Aún así, no pierden ni la sonrisa ni la amabilidad entre bocado y bocado y confesión y confesión. El entrenador de instituto norteamericano irá con ellos. Será el segundo partido que vea del equipo dirigido por Javi Llorente. Ni él ni su hijo pueden todavía comunicarse con él como les gustaría por culpa del idioma, pero es no les impide admirar su forma de trabajar. «Es un equipo con mucho potencial, aunque todavía estamos en el inicio de al temporada y aún se están descubriendo los jugadores».

El jugador azul advierte de que todavía es pronto para juzgar la forma de jugar europea frente a la norteamericana. El que no duda es Pat. Le gusta más la que se practica en el Peixe Galego porque es más coral, no se centra solo en uno o dos jugadores. «Hay muy buen baloncesto en España, es muy físico, lo cual es bueno para Tim, que tiene un juego más físico. Prefiero el básquet en España porque juegan muy en equipo, en la NBA es más uno a uno. Aunque yo entrene con el otro sistema», bromea.

Dejan un momento los cubiertos sobre el plato para salir al exterior del restaurante a sacarse una foto, y vuelven a sentarse minutos después. Ninguno de los dos sabía qué les esperaba en un lugar en el que, hasta que les ofrecieron un contrato, no conocían. Ahora, mientras se preparan para su primer viaje juntos fuera de Marín, Pat anuncia que en marzo estará de vuelta en Galicia. Y, esta vez sí, acompañado de su mujer, que también tiene derecho a quedarse tranquila, comer marisco y conocer a la otra familia de su hijo, la peixiña.