La desconocidas «capillas sixtinas» de la comarca

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

Tres templos de Marín y Sanxenxo preservan frescos de hace cinco o seis siglos, que se conservaron ocultos tras los retablos

07 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pintores anónimos dejaron muestra de su arte, y de paso de su devoción religiosa, plasmada en las paredes de muchas de las iglesias de la comarca. En siglos pasados, varios de estos templos, a ambos lados de la ría, destacaban por albergar una explosión de color, muy alejada del aspecto que les otorga el sobrio granito que lucen al descubierto de hoy en día. Un cambio en las costumbres se impuso y aquellas paredes llenas de frescos, verdaderas capillas sixtinas de arte rural gallego, se desnudaron de su decoración para dar paso a los retablos de madera. En la mayor parte de las ocasiones, esas paredes se repicaron y con cada golpe del cincel se perdió para siempre un trocito de la historia de la comarca. Hay excepciones que, desconocidas para la mayoría del gran público, permanecen en un anonimato tan grande como el de aquellas manos que les dieron forma. Los mejores ejemplos subsisten en Marín y en Sanxenxo.

Santa María do Campo, en Marín, es un templo románico rural al que se accede desde Seixo o desde la variante de Marín. Situado a escasa distancia de la carretera, pero escondido de la vista de los curiosos por un camino de pies y casas. Su estilo exterior, con un buen ábside de piedra y canecillos con figuras bajo los aleros, evidencian su interés histórico. Dentro se encuentra la mejor decoración pictórica antigua de la comarca. Cuando en el 2002 se retiraron los retablos, apareció una escena del siglo XVI. Un Cristo en majestad vestido de armiño -la vestimenta de los emperadores- y franqueado por dos ángeles con trompetas. Se sabía de su existencia, pero poco más. La sorpresa fue mayor cuando se descubrió que debajo había otro mural cien años anterior, de gótico tardío. Se trata de una Anunciación, que es la composición que sigue a la vista. Los retablos de madera no volvieron a su sitio por razones obvias; y es que no tienen parangón con las pinturas. En un lateral hay tres santos de excepcional diseño renacentista, en el altar de piedra restos de decoración de finales del siglo XVI o principios del siglo siguiente y en el otro lateral trazos de dos crucifixiones superpuestas.

Al otro lado de la ría, en San Ginés de Padriñán, en Sanxenxo hay dos composiciones artísticas de épocas diferentes que salieron a la luz recientemente. En el altar mayor, del siglo XVI, está la Virgen de la Asunción dañada en el ataque inglés de Drake. En una de las capillas laterales se halla un retablo pintado de la Dolorosa, del siglo XVIII. Estos dos templos son los mejores ejemplos de lo que en el pasado fue habitual. Los hallazgos fueron casi todos fortuitos. Quizás haya más ocultos en algún otro templo, esperando su redescubrimiento.

La Anunciación. En Marín se conservan las pinturas al fresco más antiguas de los templos parroquiales del rural, reproduciendo escenas de la Anunciación, con un ángel y María. foto r. leiro

Cristo en majestad. Primeras pinturas que salieron a la luz cuando se retiró el retablo del altar mayor. Cultura las retiró para dejar al descubierto la Anunciación, un siglo más antigua. foto x.c. gil

Tres santos. De excelente calidad artística, están en un lateral del templo. Representan a san Antonio Abad, san Esteban y san Andrés. Del otro lateral solo se conservan fragmentos. foto r. leiro

Dos siluetas. Aparecieron detrás del retablo de la Inmaculada en este templo de Marín en el año 2002. En otras partes de las paredes hay restos de otras composiciones, indescifrables. foto cedida

Restos de fuego. Las llamas, probablemente durante el ataque de Drake en el siglo XVI, dañaron los frescos de la iglesia vieja, donde hay bastantes restos pictóricos.foto cedida

La incógnita. El retablo del altar mayor de la iglesia de San Tomé de Piñeiro puede ocultar pinturas antiguas. Al menos en su contorno existen restos pictóricos de color azul. foto x.c. gil