La familia que heredó una isla

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

MARÍN

ramón leiro

Los Piñeiro adquirieron San Clemente cuando redimieron las rentas por las tierras que trabajaban

30 may 2016 . Actualizado a las 15:21 h.

Antonio Piñeiro y Natalia, más conocidos como Os de Nores, compraron hace ya más de un siglo una isla, San Clemente, en Ardán. Tres generaciones después, sus nietos mantienen el vínculo con el único enclave insular de Marín. Carmen Piñeiro y su marido Manuel Solla comparten la titularidad actual de la isla con los hermanos de ella. Hablan de la isla con el cariño de saber que se trata de algo único, «histórico» recalca él. Costas se la quiso comprar hace años, pero el precio que le ofrecían era demasiado pequeño. Por ahora nadie ha puesto sobre la mesa el dinero suficiente. Si alguien lo hace, ya se verá qué pasa.

¿Cuánto vale esta isla? O Santo, como se conoce popularmente en Marín, tiene tras de sí una historia que pocos podrían imaginar. En sus 3.000 metros cuadrados se concentran historias de batallas, amores rechazados y caballeros medievales, y de detalles mucho más prosaicos de la vida típica de la costa gallega reciente.

Vayamos por partes. Manuel Solla recuerda que la primera mención a la isla se remonta a la Edad Media, a la época de la Reconquista de Sevilla en 1248. La ciudad cayó en manos castellanas el día de san Clemente y uno de los dirigentes del ejército, Paio Gómez Charino, almirante pontevedrés, tuvo un papel destacado. Cuando los barcos gallegos regresaron a Pontevedra, hicieron escala en la isla de Ardán. Allí, «Gómez Chariño fixo a capela, que non é a que está agora, porque a de agora é a segunda, que se fixo moito tempo despois», comenta Manuel. El nombre del enclave le vino por tanto del día de la victoria castellana.

La siguiente mención también es medieval. Un juglar, Nuno Treez, cantó su historia de desamor con la ermita de San Clemenço do Mar como telón de fondo. Un poema que recuerda, en muchos aspectos, al famosísimo Ondas do Mar de Vigo, de Martín Códax. Y es que si los olívicos tienen en San Simón su isla de las cantigas, Pontevedra no es menos. Su isla es San Clemente y está en Marín.

Pasaron los siglos y O Santo se integró en un foro, un antiguo alquiler de tierras, por las que los que las trabajaban tenían que pagar en especies. Ahí es cuando la familia Piñeiro, al saldar el foro, consigue la titularidad de la isla. Carmen recuerda que cuando era niña «ía coas miñas tías que ían collelo toxo, eu vía mirar». Esa escena ya no es posible. Ni hay bueyes en Ardán, ni el acceso es viable en carro por la erosión. Un detalle para los curiosos. La capilla hace muchísimo tiempo que está en ruinas, nadie se acuerda desde cuándo, y la imagen del santo se guarda en la iglesia de Ardán. Manuel destaca otro dato. La erosión ha constreñido la isla, pero, en marea baja, se abre un pasillo de arena, que permite al caminante hacerlo a pie. «Antes era punta Casás, pero o mar foi traballando e agora é unha isla».