Cuando toda la ría es una bandera azul

La Voz

MARÍN

CAPOTILLO

Pontevedra revalida su posición como uno de los enclaves con mayor número de ecodistintivos en todo el litoral español

15 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Azules son las transparentes aguas de la ría en verano y azules son las banderas que ondearán en 22 de sus playas. Pontevedra revalida su posición como uno de los enclaves con mayor número de ecodistintivos en todo el litoral español. Y es que si de algo puede presumir esta comarca es de ser una potencial, de primera magnitud, en arenales que quitan el hipo nada más verlos. ¿Quieren playas de arena fina, aguas de color turquesa y buenos servicios de hostelería y alojamientos? No hace falta ir al Caribe, ni tampoco pagar los astronómicos precios de un viaje a Tahití. Además no es necesario aprender ningún idioma extranjero, vacunarse contra enfermedades raras, ni empaparse a todo correr de las mil y una indicaciones de una guía de viajes. A tiro de piedra, o mejor dicho, a una distancia en coche equidistante desde gran parte de Galicia, se encuentra una de las mayores ofertas playeras de España. Y no es broma.

Si usted es de los que le gusta salir del hotel o del piso y saltar ya a la arena o directamente al agua, no lo dude, Pontevedra es su ría. Basta con fijar la atención en Silgar, en pleno centro urbano de Sanxenxo. El verano pasado hubo incluso una consultora que señaló otro atractivo más de este arenal, clasificándolo como una de las playas donde se ligaba más en todo el Estado. Aún así, se crean o no ese informe, Silgar es una espectacular playa para veranear con toda la familia, aguas tranquilas y un servicio de socorrismo activo que ha demostrado sobradas veces su rápida capacidad de reacción y su profesionalidad. Baltar, en la vecina Portonovo, o Xiorto, en Raxó, son otros de esos arenales urbanos que vale la pena visitar y disfrutar. Y al otro lado de la ría, Loira, que aunque por poco no es bandera azul, recibe del Concello de Marín los mismos mimos que sus vecinas galardonadas: Portocelo, Mogor y Aguete. A la lista privilegiada en Marín se le sumó desde el año pasado y repite este O Santo. Es la gran desconocida de los arenales marinenses. Una pequeña cala unida por un estrecho brazo de arena a una isla que enfila la ensenada de Bueu. En marea baja se cruza a pie. Si va por allí, no se olvide de la cámara de fotos. Seguro que querrá inmortalizar la expedición al pequeño islote.

Lapamán, a caballo entre Marín y Bueu, es otra joya y uno de los arenales que recibe año tras año un público fiel que no la cambiaría por nada del mundo. Entre sus enamorados se encuentra Javier Solana, el que fue míster PESC, lo equiparable a ministro de Asuntos Exteriores de la UE, que lleva veraneando en Cela desde hace una década. Este turista ilustre lo confiesa. La costa de Bueu es de las más bonitas del mundo. Para comprobarlo, pueden acercarse a Area de Bon, Lagos o Portomaior. Las dos primeras son más agrestes, mientras que la tercera es más para familias.

Puestos a buscar playas con personalidad, Sanxenxo es una cita inexcusable. Tópicos aparte, Areas -que este año revalida Q de calidad, aunque no bandera azul-, Canelas, Montalvo o Major -estos sí con ecodistintivo de Adeac- son tres arenales que merecen más de una visita estival. Eso sí, en los dos últimos casos, tomen nota de los avisos de protección de la naturaleza. Sus dunas son ecosistemas frágiles, no aptos para el pisoteo y en su arena anida el chorlitejo patinegro, una pequeña ave en peligro de extinción. Disfruten de estas playas, pero respeten las señalizaciones.

¿Y qué decir de la sucesión de pequeñas calas que se desparraman por el litoral sanxenxino? La oferta es enorme y cada una de ellas tiene su encanto particular. Hay que ir a ellas para disfrutarlo. Elijan. Sanxenxo tiene playas para ir a una durante días sin repetir escenario. Entre ellas están Foxos, Areas Gordas, Pragueira, Paxariñas, A Lapa y si son aficionados al nudismo, Bascuas es su lugar. La oferta se completa con A Lanzada, que planta cara al mar abierto y que es un espacio idóneo también para practicar el surf.

Por último, para aquellos que les guste viajar a la última frontera, está Ons, a la entrada del Atlántico. No vuelve a haber tierra hasta América. Y en Ons, como no, también hay playas.