Las misas, más a tope que nunca en Cuntis

maría hermida / toni silva PONTEVEDRA / A CORUÑA / LA VOZ

CUNTIS

Cedida

Los vecinos arropan a su párroco, Juan Carlos Martínez, al que incluso vienen a ver sus exfeligreses

29 mar 2017 . Actualizado a las 05:25 h.

Los vecinos de Cuntis, que tras el carnaval defendieron a capa y espada a su párroco por la polémica que generó su disfraz - fue vestido de dueño de la mansión Playboy y rodeado de las pertinentes conejitas-, insistían una y otra vez en que desde que Juan Carlos Martínez es párroco en el municipio las misas se llenan de feligreses. «A xente ven á misa e despois ao vermú, grazas a el hai moita máis xente no pobo», señalaba entonces una mujer. El caso es que, tras el rifirrafe del carnaval, que disgustó profundamente al vicario y al arzobispo, los feligreses no dejan de arropar a su sacerdote. ¿Cómo? Con eucaristías cada vez más concurridas. En la del último domingo incluso había forasteros. ¿Por qué? Porque un grupo de exfeligreses del cura llegados de Oza dos Ríos, donde Martínez estuvo destinado siete años, asistieron al oficio religioso dominical.

Varios vecinos y miembros de la orquesta París de Oza -de la que el cura incluso había formado parte- se desplazaron en un autobús a Cuntis para darle la sorpresa al párroco. Discretamente se colocaron en el coro y cuando tocó comulgar allí fueron a desfilar ante Juan Carlos. «Cuerpo de Cristo», les decía. Y en los ojos del sacerdote se asomaron lágrimas de emoción. Tras la misa los abrazó uno por uno y se fueron a comer todos juntos, padres del sacerdote incluidos. Los vecinos de Oza comprobaron que el párroco sigue siendo el de siempre, como demuestra la gran respuesta popular en la celebración del domingo.

La iglesia llena

«Estaba la iglesia llena, se ve que en Cuntis también lo quieren mucho, tiene 170 chavales y la parroquia funciona de maravilla», relata Juan Carlos Pérez, vecino de Oza dos Ríos y fundador de la orquesta París de Oza. El cura les dijo que ya pensaba que se habían olvidado de él. Y sus antiguos feligreses respondieron con contundencia: «Eso nunca, no se olvida a un cura así».