El primer vuelo tripulado sobre Cuntis

C. Pereiro

CUNTIS

CARLOS PEREIRO

La Pedra da Aguia forma parte de una de las historias más curiosas y a la vez desconocidas de nuestra comarca

29 jul 2016 . Actualizado a las 05:05 h.

Situada a escasos metros de la cima del monte Xesteiras, en Cuntis, la Pedra da Aguia ha hecho de faro pétreo durante siglos. De lejos, asemeja ser un gran ave rapaz debido a su curiosa forma e increíble tamaño. Es tanto el folclore que la rodea, que se alza como uno de los puntos indispensables de la historia cuntiense, y a la vez, uno de los más ocultos debido a su posición, a lo lejos, casi en completa soledad.

La superficie de esta roca granítica funcionó en su día como pista de despegue para el primer intento de vuelo tripulado de la comarca. La historia de Xan Pombo y su sueño frustrado corretea por el imaginario colectivo del municipio cuntiense, aunque muchos lo han desterrado al imperdonable olvido. No en vano, su aventura ocurrió a finales del siglo XIX.

Xan era un culto agricultor para la época. Gustaba de leer y escribir poesía, además de mostrar un enorme interés por la vida política y social de la época. No era un erudito, pero se situaba muy por encima de la media en conocimientos, saberes e intenciones. Tanto es así, que llegó a compartir tribuna con destacados e ilustres galleguistas y agraristas como Gómez Paratcha, Salgado, Culebras, Castelao, Vilar Ponte o Cabanillas.

Armado de ingenio y valor, el cuntiense diseñó una suerte de ingenio volador, gracias a dos alas de paja bien apañadas, con el que pretendía precipitarse desde la Pedra da Aguia, en la cima de las tierras del Umia, planear a lo largo de su descenso vertical, y finalmente, aterrizar con suavidad sobre tierra firme.

Llegado el momento, Xan, pensando de manera inteligente y desconfiando del éxito de su invento, decidió probarlo antes con su fiel perro, para ver como se comportaba en un ensayo práctico. Por supuesto, el can no hizo otra cosa que precipitarse contra el suelo cercano, con las plantas del lugar amortiguando ligeramente su caída. El culto agricultor no se dio por vencido, y pensó que ese estrepitoso fracaso no se debía a otra cosa que a la incapacidad del animal a la hora de batir «las alas». Dicho esto, procedió a lanzarse al vacío desde la roca centenaria. El resultado, por supuesto, fue el mismo que el del cánido, con un consiguiente traslado al hospital para recuperarse de sus fracturas y sus traumatismos. Si bien, según el mito, nunca se recuperó de sus sueños rotos de piloto.

Su parecido con uno de los personajes de Sempre Xonxa, el histórico primer largometraje gallego de Chano Piñeiro, no puede obviarse. Es probable que el cineasta se inspirara en Xan Pombo, o al menos, en ese momento puntual de su vida.

«O certo é que el non chegou a guindarse dende a Pedra», señala su tataranieto Carlos Caamaño Pombo, a día de hoy, zapatero en la villa termal. «Polo menos iso é o que me contaba o meu avó, que a segunda parte da historia xa é unha lenda máis cunha historia real. O do can si que parece ser verdade...», ríe.

Carlos, de 49 años, creció y vivió en Cuntis toda su vida. Aquí, por parte de su familia paterna aprendió el oficio de zapatero, y convivió con esa historia de cimas, inventos voladores y aparatosas caídas. «É difícil desmentir esas cousas porque forman parte xa das historias míticas da vila. Tamén é certo que a Pedra da Aguia si ten historias reais, e posiblemente máis interesantes ca do meu tataravó», afirma.

La gran roca granítica se encuentra hueca por dentro, y su cavidad recibe el nombre de Cova dos Mouros, debido a su uso por los maquis durante la Guerra Civil. Un refugio natural que probablemente sirvió para parapetarse de la lluvia y otras incidencias naturales cuando sorprendían a los viajeros. Fran Ameixeiras, licenciado en Bellas Artes y experto en interpretación de patrimonio, reconoce que sería muy probable encontrar indicios de antiguos habitantes alrededor de la roca, debido a su posición privilegiada y ventajosa, desde la que se obtiene una visión de 360 grados de todo el territorio.

La leyenda que arrastra la Pedra da Aguia se hace patente entre los vecinos más mayores de la zona que la siguen considerando «un monumento» y que «os canteiros non podían tocala co pico de ferro». Gracias a ello, aún hoy vigila Cuntis, con ojos de halcón y alas de paja rota sobre su base.