Tras los pasos de «Jara»

manu otero COTOBADE / LA VOZ

CERDEDO-COTOBADE

El águila se desorientó durante un vuelo y se mantuvo oculta durante dos días sin que sus dueños pudieran encontrarla

18 abr 2015 . Actualizado a las 08:43 h.

Dos días en un sinvivir. Así sufrieron Fátima y Roberto la desaparición de Jara, la más especial de sus águilas, que se desorientó durante un vuelo, lo quye hizo temer por su vida durante más de dos días.

Jara volaba libre. Como todos los días. Seguía el guante de su cetrero disfrutando de una vista privilegiada de los montes de Cotobade mientras oteaba el horizonte y practicaba acrobacias acompañada de varios ratoneros, fieles colegas de vuelo de la joven ave. De pronto, una inesperada corriente de aire alejó al Harris de su criador, que intentó atraerla con silbidos y comida. Pero el pájaro se encontraba ya cansado y con el buche lleno después de dos horas de vuelo en las que su inseparable Roberto le dosificaba la comida a lo largo de su paseo diario. La fatiga, la desorientación, el anochecer y la imposibilidad de encontrar a su cetrero llevaron a Jara a buscar un refugio improvisado en el que pasar la noche.

Fátima y Roberto, al darse cuenta de su desaparición, activaron el localizador del ave y en pocos minutos dieron con ella. Pero ya era tarde, Jara se había acomodado en la rama de un pino y hacía caso omiso de las llamadas de su cuidador. Ante tal situación, los cetreros decidieron dejarla pasar la noche en libertad y recogerla al amanecer.

Amanece el miércoles lluvioso y nublado. Sorpresa. Jara no está en su improvisado nido y el localizador no funciona. Saltan las alarmas. Fátima y Roberto empiezan a ponerse nerviosos y a temer por la vida del animal. Depredadores: cuervos, azores o martas pudieron haber atacado a Jara. Líneas de alta tensión cruzan el monte, pudo haberse electrocutado. El ser humano, algún amante de lo ajeno podía haberla secuestrado. Demasiados peligros inundaban la mente de los cetreros, que inmediatamente montaron un operativo de búsqueda peinando el monte y pidiendo ayuda a vecinos, amigos y en las redes sociales. 48 horas de búsqueda continua sin premio. Amanece el viernes y Jara sigue desaparecida.

Roberto, su cuidador durante los cinco años de vida del ave, la conoce a la perfección y algo le decía que iba a aparecer. Las nubes se habían disipado, el sol brillaba y, después de dos días sin comer, el hambre tenía que hacer salir a Jara. Estaba en lo cierto. Al primer silbido, oye la música de un cascabel, mira al cielo y sobre la copa de un árbol se vislumbra una silueta. Era Jara. Y en un impecable vuelo picado se abalanzó sobre el guante de su inseparable cetrero.

Los temores de la pareja no eran infundados, hace tres años el ave sufrió un episodio similar. Estuvo nueve días ausente, pero el desenlace fue distinto. Tras más de una semana de búsqueda, Fátima y Roberto perdían ya la esperanza. Hasta que un amigo les comentó que un vecino del lugar la tenía cautiva en su domicilio y lograron rescatarla.