El veterinario que se inspira en aguas abiertas

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

BUEU

Ramón Leiro

Suso Pérez encontró la natación tras una etapa de estrés. Hoy hace travesías y no se imagina lejos del mar

25 oct 2016 . Actualizado a las 11:37 h.

Su físico robusto da pistas de todo el ejercicio que, a sus 60 años, acumula en el cuerpo. Jesús Pérez Piñeiro, Suso, empezó con 9 años a hacer deporte. Estudiaba en Los Paúles y lo suyo eran los lanzamientos. Aunque en el año 1973 consiguió una beca para irse a la residencia Blume de Madrid, sabía que no iba a vivir del atletismo. Así que estudió Veterinaria y en la universidad jugó al rugby. También hizo balonmano y remo. Para él es un orgullo, dice, haber remado en la primera trainera que hubo en Bueu.

Y es que Suso, aunque nació en Ponte Caldelas, lleva cincuenta años viviendo al lado del mar. «A mi padre, que también era veterinario, lo destinaron en Bueu y ya me quedé aquí», comenta. Ahora su deporte y su afición es la natación. Pero en aguas abiertas. Y eso que de pequeño le tenía miedo al fondo del mar, a esa oscuridad de lo desconocido. ¿Y cómo empezó? «Llevaba una etapa estresado por el trabajo y por situaciones personales y encontré la natación», explica. Lo primero fue aprender la técnica en la piscina. «Yo sabía nadar, flotaba, vamos, pero nada más». Con esos conocimientos pudo mejorar la brazada y la patada y aprender a respirar. Así se enganchó al mar. «La piscina es una gozada en invierno porque es muy cómoda y no hace frío, pero el cloro no es bueno», subraya.

Poco a poco se aclimató a nadar en el mar, en esa lámina de agua que tiene a escasos metros de su casa y que es todo un lujo. «En Bueu no tenemos piscina, pero la piscina de la playa de Pescadoira es la mejor», sentencia. Empezó a nadar solo. Recuerda que su primera travesía, de dos kilómetros, fue en Sanxenxo. Como sucede con otros deportes individuales, con los años fue conociendo gente y haciendo amigos. Hoy forma parte de un grupo que se denomina Aughaneiras Centolos.

Suso remacha que él nada en su división. Va a las travesías con un doble objetivo: acabarlas y, sobre todo, disfrutarlas. «Ahora hay muchos chavales jóvenes que salen a disputarlas y se pican, yo no voy con esa mentalidad, aunque a veces también me pico con alguno de mi edad», admite con una media sonrisa. Desde hace nueve años no se pierde una travesía de larga distancia en A Coruña, once kilómetros entre el Orzán y el Náutico.

Suele nadar todo el año entre dos y tres veces por semana. En Pescadoira nada dos kilómetros. Algún día tres. «Estos días de octubre la temperatura está estupenda, aunque aquí es muy raro que baje de los 14 grados». Un entrenamiento normal dura una hora, incluyendo unos ejercicios de fortalecimiento muscular. Usa un neopreno largo, pero sin mangas, y reconoce que su punto débil es la cabeza. «Pierdo mucho calor por la cabeza y por eso llevo dos gorros», desvela.

Literatura

Suso es de los que defienden que es más fácil nadar en el mar que en una piscina porque la flotabilidad es mayor. Sí hay que tenerle respeto a las aguas abiertas porque el mar «es muy cambiante». El oleaje y el viento es lo peor, sin duda. Recuerda que la travesía más dura que vivió y sufrió fue una entre las Sisargas y Malpica en el 2015. Pese a todo, pudo acabarla. «De momento todas las travesías que hice fueron en Galicia y pude acabar todas». Entre los retos cumplidos está el desafío Cíes-O Vao (Vigo) y la travesía entre Ons y Pescadoira para reivindicar el problema de falta de arena de esta playa. Con esa misma finalidad surgió hace ocho años la travesía entre cabo Udra y Pescadoira. Sus organizadores rechazan la construcción de un puerto deportivo en Bueu al entender que sería perjudicial para este arenal urbano.

Esa afición por nadar en aguas abiertas llevó a Suso a la literatura. Confiesa que escribe poemas con el mar como temática. «Pero solo los recito para los amigos», aclara. «Me gusta ver cómo actúa el mar desde la línea de flotación, lo que sugiere todo ese movimiento». Entre las actividades que le gustaría hacer en el futuro está una quedada nocturna para ver las fluorescencias de determinadas algas.