Vecinos cansados de vivir en una jungla demasiado verde

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

maría hermida

La vegetación se ha desmadrado sobremanera en el entorno de las viviendas sociales; los residentes se quejan

21 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las casas sociales de Fonte Santa, en el camino desde Campolongo hasta Carrefour, y cerca del centro de la ciudad, como los vecinos repiten una y otra vez, tienen su tiempo. Las vecinas más veteranas de estas 72 viviendas no saben exactamente en qué momento se construyeron. Ellas llegaron hace 60 años y ya habían vivido familias en los domicilios que les concedieron. Es más, Celia, una de las residentes, señala: «Mira se levamos tempo aquí que eu creo que xa morreron unhas duascentas persoas dos que vivimos aquí. Unha noite que non me daba o sono púxenme a contalos e era unha barbaridade».

El caso es que el barrio es antiguo. Se fue remodelando un poco, tanto en la parte pública como en la privada, ya que hay inmuebles muy coquetos. Pero nada ha sido gratis. La asociación de vecinos se rompió la cara durante mucho tiempo para que se fueran haciendo arreglos. Lo cuenta una de sus espadas, Maruja Serafín: «Aquí todo lo que se hizo fue a base de insistir, de ir una y otra vez al Ayuntamiento». El caso es que ahora el colectivo ya no existe. Y el barrio no está bien. Nada bien: parece una jungla.

La maleza, desmadrada en general debido a la primavera de sol y calor, en Fonte Santa parece haberse tomado dos petit suisse y crecido sobremanera. El verde apenas deja espacio para pasar en uno de los accesos; copa todo el jardín que hay en medio de la carretera; está presente en las aceras... «Esto es terrible, nos invade la maleza y está llena de porquería», señalan varios residentes. Pero los vecinos tienen claro que, aunque molesta, la vegetación al lado de las casas no es lo peor que tienen: hay una bomba de relojería cerca. Casi colindando con el barrio, únicamente separada por una estrecha pista, en la calle As Estrigueiras, hay una enorme finca llena completamente de silvas. «Si viene un incendio a saber lo que pasa. Ya ardió varias veces, y da bastante miedo», indican unos y otros.

Más allá de la maleza, en el barrio no faltan otros problemas. Hay aceras que se remodelaron y están relativamente bien. Pero las obras no llegaron a todas. Así que hay algunas bastante deterioradas, en las que es fácil llevarse un buen tropezón. Por otra parte, está el asunto de las inundaciones. Los residentes sostienen que la calle que la plazoleta que hay en medio de las casas tiene una pendiente demasiado pronunciada y que las aguas no están bien canalizadas, así que en cuanto caen cuatro gotas «la parte de abajo parece una piscina».

¿No hay nada con lo que estén contentos los residentes? Sí. Les gustan sus viviendas, indican que son luminosas y cómodas. Y también están contentos de no tener que pagar comunidad porque «casi todos somos muy mayores aquí». Lo que les duele es que algunos inmuebles sean pasto del abandono.