Cuando la luz al final del túnel la enciende uno mismo

marina santaló VALGA / LA VOZ

PONTEVEDRA

mónica irago

Tras sufrir un derrame cerebral, Javier decidió invertir sus energías en la creación de un generador hidráulico

12 may 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

La historia de Javier Castiñeiras tiene doble mérito. En los últimos dos años, este vecino de 42 años de Raxoi, Valga, ha logrado darle forma a la idea que llevaba rondándole una década en la cabeza. Lo ha hecho, además, venciendo a la desesperación. La idea que Javier patentó el pasado marzo le sirvió a «sentirme valorado, a tener un objetivo». Hace dos años sufrió un derrame cerebral que le impidió continuar con su trabajo en la reparación de calefacciones y, en lugar de vivir lamentándose, decidió centrar sus esfuerzos en darle forma al pensamiento del que no logró desprenderse desde que la pelota con la que estaba jugando con su hijo le saltó a la cara. «Estaba medio enterrada en la arena, en una zona de agua, cuando vino hacia mí generando una fuerza inmensa». Una luz se encendió en ese momento en su cabeza.

«No lograba conseguirlo», recuerda sobre la materialización del generador hidráulico que acaba de patentar. Tenía claro que el agua estancada le iba a servir como único elemento para generar electricidad, pero tuvo que darle varias vueltas antes de plasmarlo en un dibujo. Fue el derrame lo que le llevó a involucrarse de lleno, y fue esta dedicación la que le permitió salir adelante. Una cosa tiró de la otra. «Hay que seguir hacia delante y a mí todo esto me ayudó mucho, me dio vida», relata. Pero, no solo eso. La infinidad de horas de dedicación le sirvieron para tocar las teclas adecuadas. Está convencido de ello.

«Hice pruebas con las piezas por separado en un pilón que tengo en casa y funcionan», señala. El hecho de que estos ensayos estén realizados con materiales cotidianos, como botes de silicona vacía, le lleva a afirmar que «con los materiales adecuados lo hará todavía mejor». De esa construcción tendrá que encargarse ya una empresa, con las cuales ha comenzado a mantener los primeros contactos. «Hay una de la zona que está interesada», explica. Sobre el coste que puede suponer la elaboración de su generador hidráulico, hace una estimación: «calculo que el aparato para una vivienda particular podría costar unos 6.000 euros». Para poder utilizarla, debe haber un espacio en el que poder almacenar agua, como un pozo o una piscina, en las cercanías.

Los costes se quedarían ahí. «Se puede aprovechar desde el agua de la lluvia hasta los restos de la lavadora, que no corren riesgo de putrefacción porque se oxigenan gracias al movimiento continuo», desgrana Javier, que recalca las ventajas que tendrá su invento en el medio ambiente: no necesita estructura, ni sujeción al lecho marino, evitando la contaminación y destrucción del suelo al sujetarse en muelles o plataformas petrolíferas ya existentes. Tampoco depende de factores como el viento o el sol.

Sobre si existe ya algo parecido, contrató a un agente que le confirmó que dentro de la energía undimotriz no había ningún otro invento con «las mismas características ventajosas, ni que resuelva eficazmente los inconvenientes existentes». Tras esta comprobación, patentó la idea. Solo queda que eche a andar y que funcione tal y como él está convencido. «Este año hubo un déficit de energía y subió el precio de la luz. Con este invento -del que posee una maqueta- se podría producir electricidad muy barata ya que el agua se usa pero no se consume».

Javier, que tiene un FP2 de electricidad, describe su invento. Una carcasa horizontal de forma cilíndrica cuyo eje longitudinal está sujeto en sus extremos a unos soportes verticales y que guarda en su interior otras piezas, como, al menos, tres pares de cilindros. Desgrana sus elementos con detalle y con un entusiasmo que hace que uno quiere que se le empiece a dar forma. Queda por ver en que resultan los encuentros para producirlo industrialmente, pero su convencimiento es tan firme que ya sabe en que invertirá el dinero que puede salir de ahí. Su hijo está en segundo de Bachillerato, a un paso de la Universidad: «La otra motivación fue poder pagarles los estudios, confío en que será así».

Se trata de una carcasa cilíndrica que no necesita estructura, ni sujeción al medio

Después del derrame se centró en una idea que patentó el pasado mes de marzo