Inmensamente humanos

PONTEVEDRA

24 mar 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

Hace unos días hemos enterrado a mi padre tras una dura batalla perdida contra el cáncer. Ha sido un año lidiando en inferioridad de condiciones contra una de las enfermedades más crueles e injustas con las que te puede sorprender el destino y cuyo infortunio se ha visto acrecentado con la perversidad de un sistema sanitario pensado para curar las enfermedades del cuerpo e ignorar las del alma.

Ahora que el alma de mi padre ya descansa en paz, no podría yo cerrar este duro episodio de mi vida sin darles las gracias por su impagable apoyo, por su profesionalidad y por su bondad al doctor Alejandro Cardalda, del centro de salud de San Roque, en Vilagarcía; al doctor Vaquerizo de la unidad de Cuidados Paliativos del Hospital do Salnés, al doctor Arán de Montecelo y, por supuesto, a todo el personal de enfermería, auxiliares y celadores de los tres centros, que han mitigado el dolor de mi padre en su despedida y aliviado el de su familia.

No puedo dejar de preguntarme cómo teniendo un capital tan inmensamente humano puede un sistema ser tan terriblemente inhumano.