De Marín a Laos contra el cambio climático

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

PONTEVEDRA

p. chapela

Ignacio Touriño y su mujer Anne Chaponnière han gestionado proyectos ambientales en dos continentes

29 jul 2016 . Actualizado a las 11:26 h.

Ignacio Touriño (Marín, 1976) y su mujer Anne Chaponnière (Francia, 1976) son un matrimonio con una profesión atípica. Formados como ingenieros agrónomos, su trayectoria vital los ha llevado a vivir en países de dos continentes, en algunas ocasiones supervisando y en otras aplicando proyectos de gestión ambiental y de adaptación al cambio climático.

Actualmente viven en Laos, donde Anne trabaja en la cooperación técnica alemana en el marco de la Comisión del Río Mekong. Allí desempeña un papel más diplomático, a la par que ambiental. Su misión incluye poner de acuerdo en la aplicación de proyectos a 4 países -Laos, Vietnam, Camboya y Tailandia- en la gestión de uno de los principales deltas del suroeste asiático. Ignacio, por su parte, empezó en esta región de Indochina como calificador de proyectos para la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y ahora desempeña un puesto de consultor independiente para la Green Climate Fund en esta zona de Asia. El organismo para el que trabaja es el principal fondo de financiación de la ONU para programas de cambio climático. «Los países y las oenegés envían sus proyectos y nosotros los evaluamos para ver que respondan a los criterios ambientales», precisa.

En una terraza en la Alameda de Marín bromean sobre sus breves vacaciones en Galicia. Ignacio ironiza: «Anne siempre me critica porque nos vamos de vacaciones al centro del mundo. Mis amigos también» [risas]. Y es que mientras muchos de sus convecinos se rebanan los sesos soñando con un destino exótico para el verano, este matrimonio ha regresado una y otra vez a pasar unos días en Galicia precisamente desde esos lugares míticos que despiertan la imaginación de los europeos.

Son una pareja que no se conforma con las rutinas. Los dos hicieron su tesis en Toulouse (Francia). Allí se conocieron. Cuando surgió la oportunidad, se marcharon al extranjero. Primera parada: Sri Lanka, la antigua Ceilán. Allí desarrollaron proyectos para el International Water Management Institute, un organismo que vela por un uso racional del agua. Era septiembre del 2005. Después se trasladaron a Ghana, en África Occidental, donde fueron consultores para distintos organismos y donde nació su primera hija.

Más adelante, se mudaron a Túnez, donde nacieron dos hijos más. En el país magrebí, Ignacio se ocupó de supervisar proyectos ambientales y de lucha contra el cambio climático para el Banco Africano para el Desarrollo. «Es un organismo multinacional, como el Banco Mundial», incide. Los países donantes derivan fondos a esta entidad y los países receptores y otros organismos acuden a él para conseguir financiación. «Trabajamos para toda África, para 34 países». Ignacio recuerda con especial interés el estudio de impacto ambiental de una de las principales carreteras de la República Democrática del Congo (antigua Zaire). «Íbamos con un cuatro por cuatro por una carretera que se hundió por el paso de camiones, acabamos circulando a cinco metros de profundidad por la pista. La carretera en vez de estar a la altura del terreno, se había hundido», señala. Fue hace unos años. Ahora supone que el proyecto de mejora de esta vía vital, que ayudó a visar, estará ya en marcha.

Anne, mientras tanto, se integró en la cooperación técnica francesa y después en la alemana. Participó en proyectos pioneros con los agricultores para la irrigación de olivares en Túnez.

Cansados de 7 años en el Magreb, buscaron alternativas. Se interesaron por países pequeños, tranquilos, donde el consumismo no marcase el ritmo de la vida. Surgió una terna: Costa Rica, Bolivia o Laos. La apuesta final fue por el país asiático y allí están. «Acabamos en Laos por casualidad», sostienen.

Con una perspectiva mundial tan grande, la pregunta a Anne es obligada. ¿Qué le parece Galicia? «Me gusta, me parece bastante auténtica, tenéis una identidad propia y una alegría de disfrutar de lo cotidiano» ¿Y qué recomendaría a los gallegos que salgan afuera? «Que no puedes tener un cliché porque eso te impide entender la sociedad de verdad», concluye. Ignacio, a su lado, asiente. Está totalmente de acuerdo.

Esta pareja de ingenieros agrónomos trabaja para organismos internacionales