El encanto de trabajar escuchando mitos

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

ramón leiro

Su oficio, en uno de los balnearios de Caldas, le permite ser testigo de las leyendas en torno a tomar las aguas

31 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cruzar la puerta del balneario Dávila, en Caldas, es tanto como sentir el peso de la historia. Quizás por ello, porque no se trata de un sitio cualquiera sino de un lugar donde a nada que uno cierre los ojos imagina a generaciones y generaciones tomando las aguas en sus estancias, en su interior tampoco se encuentra personal corriente, del que pasa desapercibido. Al menos, Chus Piñeiro, auxiliar termal, no lo es. Ella es natural de Caldas. Y enseguida cuenta que se crio a pocos metros del balneario, siendo testigo de los tiempos en los que en la villa había casas donde ofrecían baños termales en un simple barreño de zinc. Es decir eso y que uno asocie ideas... Criándose ahí acabó trabajando en el balneario y punto. Nada más lejos de la realidad. Chus, en realidad, también tiene historia.

La conversación empieza por su oficio actual. Ella, en parte, hace el trabajo de lo que antes se llamaba bañistas, que ahora son auxiliares termales, con titulación de masajistas, que dan chorros y ayudan a tomar las aguas. La terminología ha cambiado. Pero, afortunadamente, los nuevos tiempos no se han llevado por delante el encanto del oficio, los mitos populares en torno a los baños: «Es cierto, queda mucha gente que viene, que lleva toda la vida viniendo, y te dice que el número de baños tiene que ser impares, que las mejores aguas son sí o sí en agosto y con luna llena, o que no es bueno ducharse si uno acude al balneario». ¿Qué hay de cierto? Chus se ríe y responde: «Son historias con encanto, algunas, como las de no ducharse, totalmente desacertadas». Sean ciertas o no, ese todo manual de creencias, a Chus le cuesta rebatirlo. «Hay alguna mujer que viene y me dice que me conoció estando yo en la barriga de mi madre, que lleva toda la vida acudiendo al balneario. Y qué le voy a decir yo..», reflexiona con una sonrisa.

Habla varios idiomas

Mientras sigue contando historias sobre las aguas, de repente, se cuela en la conversación que, a veces, también ejerce de traductora con clientes de habla no española. Y, entonces, abre la ventana a otra parte de su vida. Chus, con veinte años, se marchó a Suecia, a un lugar del sur del país llamado Jönköping. Allí empezó a estudiar idiomas y a formarse en los más diversos ámbitos. Habla sueco, noruego, danés, inglés... Ejerció como traductora y trabajó dando clases a niños. Y guarda buenos recuerdos de su estancia durante una década en el extranjero. «Cosas como la conciliación laboral y familiar allí son una maravilla, es otro mundo», dice. Luego, explica qué le trajo de vuelta a Caldas: «Pues la morriña, claro que sí, la morriña. Estás en un sitio donde tus hijos te dicen que sus amigos tienen abuelos y ellos no... Y eso pesa».

Como muchas veces ocurre, cuando regresó aquí no le convalidaron sus títulos. Y volvió a empezar con los idiomas para conseguir nuevas titulaciones. Lo logró. Pero enfocó su vida laboral hacia el termalismo y sus fines terapéuticos. Así fue como acabó trabajando en el balneario caldense. Aunque su pasión por los idiomas sigue intacta. Basta con ver uno de los blogs que tiene, que se titula Just some notes. Se trata de un espacio en Internet en inglés en el que incluye ejercicios para el aprendizaje de esta lengua o nociones de literatura. O lo que cuenta sobre sus aficiones: «Me gusta mucho traducir poesía al español. No lo hago como trabajo, simplemente por gusto», explica. En Internet hay más blogs de su autoría. Incluso le pidieron uno como regalo y lo confeccionó.

Artesana, bloguera, traductora, auxiliar termal... Y buena contadora de historias. Porque mientras habla de sus blogs, trufa episodios del anteayer de Caldas, y con sus palabras hace que uno se imagine viejas pensiones donde quienes venían a tomar las aguas «traían sus sacos de patatas y sus cosas para contribuir y que no les cobrasen tanto». Dice que todo eso existió hace no tanto tiempo. Y uno la cree porque Chus, aunque tenga esos recuerdos, es joven. De edad pero, sobre todo, de espíritu.