«¿Por qué donar? Porque mañana puedo ser yo y hay que pensar en el receptor»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

La Voz reúne a donantes de sangre, órganos y tejidos y a una exdonante que vive gracias a un trasplante de médula

12 oct 2015 . Actualizado a las 12:35 h.

Son solidarios, dicen, porque hay que serlo. Y lo hacen donando. Unos sangre y plaquetas, otros órganos y otros médula ósea. Michel Martínez, Silvia Rey, Lucía Solleiro y Francisco Pérez-Mirás coinciden en que cada vez la gente es más generosa, aunque remachan que sigue habiendo un gran desconocimiento, por ejemplo, sobre la médula ósea, y algunas barreras religioso-ideológicas. «Todavía se sigue confundiendo la médula ósea con la espinal», remacha Fran, trabajador de la construcción de 49 años.

La Voz los reunió junto a Araceli Blanco, Ari, que fue donante de sangre y órganos hasta que le diagnosticaron una leucemia mieloide aguda. Esta estudiante de Enfermería de 25 años vive gracias a un trasplante de médula que se materializó, tras un autotrasplante fallido, el 7 de marzo del 2012. Lo recibió de un donante de Estados Unidos. «Esperé dos meses por el trasplante, pero hay gente que espera mucho más y otra que no llega. Hasta que enfermé no sabía que se podía donar médula», reconoce.

Fran es donante de órganos desde hace 29 años y de médula, desde hace dos. También «dono tiempo». El que dedica, al igual que sus compañeros, a causas solidarias. Lucía Solleiro, administrativa de 50 años, también dona órganos y médula, ya que su hipotiroidismo le impide donar sangre. «De médula soy desde hace nada, pero de órganos desde hace 17 años. Escuché en el instituto hablar del tema porque una amiga tenía un hermano que necesitaba un trasplante», apunta.

Michel Martínez sufre de forma habitual las incomodidades de la caseta del CTG en la ciudad. Cada cuatro meses acude a donar plaquetas. Este administrativo de 40 años también es donantes de órganos y de médula desde hace veinte. «Lo viví desde pequeño porque mis padres eran donantes de sangre e íbamos con ellos al hospital. Sabía la necesidad que había detrás, en mi caso fue por educación», relata.

Fomentar los tejidos

No se trata de ser más solidario que nadie, dice Michel, sino de pensar en los demás. «¿Por qué donar? Lo hago porque mañana puedo ser yo y porque más que en el lado del donante hay que ponerse siempre en el lado del receptor. Sangre hay, salvo momentos puntuales, pero órganos y médula no, y hay que fomentarlo». En el municipio hubo 3.970 donaciones de sangre en el 2014, una tasa de 48 por cada 1.000 habitantes. Michel aporta un dato. En España hay menos de 200.000 donantes de médula, cuando en Alemania son tres millones.

Silvia Rey, también administrativa de 38 años, acaba de recibir la confirmación de su inscripción en el Registro de Donantes de Médula Ósea (Redmo). También dona plaquetas y prevé hacerse donante de órganos. «Voy a donar plaquetas cada cuatro meses porque estoy por encima. Se tarda una hora, pero ¿qué es una hora de tu vida?», comenta. Todos consideran necesario que la ciudad disponga de unas instalaciones dignas y creen que el CTG debería optar por ubicar el servicio en un edificio, como en el resto de Galicia. «Muchas veces voy allí y no me encuentran la vena porque hace frío», apunta como anécdota. Pide que al donar sangre ya se informe sobre las otras posibilidades que existen.

Ari, que ahora no puede donar, fue la imagen de la Pontevedrada 2014, la marcha a pie entre la capital y Santiago para fomentar la donación de sangre, órganos y tejidos. Este año casi completó la primera parada hasta Barro. «El primer año tras el trasplante fue duro y tuve problemas. Había recibido doce ciclos de quimioterapia y eso deja secuelas», explica la joven, que aclara que su leucemia no tuvo nada que ver en su decisión de estudiar Enfermería. «Es cierto que esos conocimientos ahora me ayudan», señala Ari, que hace hincapié en el papel que juegan los donantes: «Muchas veces hacen el trabajo que no hace la Administración».