Una incipiente torre de Babel

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

PONTEVEDRA

Dos matrimonios noruegos en el puerto de Portonovo, que visitaron por primera vez.
Dos matrimonios noruegos en el puerto de Portonovo, que visitaron por primera vez. rebeca tizón< / span>

Inglés y francés empiezan a sonar con tanta intensidad como el portugués en el verano sanxenxino, donde el turismo internacional sigue creciendo

02 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La promoción internacional de Sanxenxo está dando sus frutos. En el paseo de Silgar o el puerto de Portonovo ya no solo se oyen el castellano, el gallego y el portugués. Este verano se nota el desembarco de numerosos turistas extranjeros. Son todavía un porcentaje pequeño, pero creciente, un mercado potencial que está descubriendo la ría a través de su principal escaparate, Sanxenxo. A este paso, y si se consolida la tendencia, la torre de Babel ya no habrá que buscarla en Irak, sino en la capital turística de las Rías Baixas. Sanxenxo está cogiendo un carácter más cosmopolita, donde conviven el turismo de toda la vida con los visitantes del norte y centro de Europa.

El uso de la expresión desembarco es mucho más que un tópico lingüístico. Gran parte de los visitantes internacionales vienen por mar. Son turistas de gran poder adquisitivo, que realizan largos periplos de turismo náutico y que cuando llegan a la ría se quedan prendados y, en muchos casos, trastocan sus planes vacacionales para quedarse más tiempo.

Un ejemplo es el matrimonio irlandés Donal y Anne Riordan. Hace cinco años cruzaron el Canal de la Mancha y navegaron a la par de la cornisa cantábrica hasta A Coruña. Después regresaron al norte de Galicia y finalmente descubrieron la ría de Pontevedra. Y quedaron enamorados de ella. Ni San Sebastián ni Castro Urdiales. Combarro y Portonovo les han ganado el corazón y desde entonces pasan todo el tiempo que pueden en aguas pontevedresas. Su barco inverna en Combarro. «La gente es muy agradable», precisa Donal. A él no le gusta el marisco, pero le encanta el pescado. Su mujer Anne no lo duda. El marisco sí que le gusta, sobre todo las zamburiñas.

Unos por mar y otros por tierra, un grupo de veraneantes noruegos, con sus hijos rubios de ojos azules, no pasaron desapercibidos entre la multitud que paseó estos días por la feria multisectorial de Portonovo o los establecimientos hosteleros de la localidad marinera. Eline Meyer y Morten Storseth, Henrikke Aunaas y Kristian Torkildsen y sus hijos tienen nombres casi impronunciables para un español, pero el inglés rompe las barreras y los descendientes de los antiguos vikingos pudieron disfrutar de un tiempo pacífico en las tierras que visitaron en siglos pretéritos sus belicosos ancestros.

El albariño, la torta, el buey y otros productos típicos del menú gallego han encontrado en este grupo de amigos escandinavos a fieles seguidores. Otra cosa que les ha encantado es el sol, y eso que no lució mucho a finales de julio, pero es que en Trondheim, bastante cerca del Ártico, el calor es infinitamente más esquivo.

Buena calidad de las aguas

Con un cuñado nacido en Sanxenxo, Christine Criel y Carlos Díaz, ambos belgas -él hijo de emigrantes españoles-, destacan la tranquilidad de este municipio como un atractivo más para visitarlo. Nada que ver con el ajetreado bullicio de un día laboral en la urbe de Flandes. «Venimos a disfrutar de todo, de la comida, la gente, las playas, siempre pasamos un mes aquí», indican.

En el puerto deportivo de Sanxenxo, y mientras paseaba, Jean Stephane, también belga, explica que se ha sorprendido por la excelente calidad del puerto, la claridad de sus aguas le ha llamado la atención e incluso la presencia de los mújeles. Esta familia belga vino a Sanxenxo en coche y se aloja en un apartamento, tomando la villa como base para sus desplazamientos.

Junto a estos ejemplos, el sector turístico local nota el regreso de los portugueses en mayor número que en años pasados. Sanxenxo va camino de ser un crisol lingüístico y más de uno empieza a apurar sus clases de inglés para atender esta nueva demanda.

De los salones náuticos de París y La Rochelle a ser una etapa de la Solitaire du Figaro

Francia es uno de los mercados a los que el Concello de Sanxenxo, en años pasados, ha dedicado más esfuerzos publicitarios para convencer al público galo de las excelencias turísticas de la ría de Pontevedra. De esta manera, el ejecutivo que lideró la popular Catalina González, se esmeró por poner una pica, no en Flandes, sino en los dos salones náuticos más importantes de Francia, los eventos que se desarrollan anualmente en La Rochelle y en París. Estas iniciativas tuvieron este año su culminación con la etapa que acogió Sanxenxo de una de las regatas más prestigiosas del país vecino, la Solitaire du Figaro. Un reportaje a toda página en el emblemático periódico galo fue la puntada final.

La cosecha se nota. Este verano, tanto el CETS, como los encargados de los puertos deportivos de la ría constatan un incremento de las escalas de barcos con pabellón francés y también de la vecina Bélgica.

Los turistas francófonos forman el contingente más grande de visitantes a las localidades de la costa pontevedresa que se acercan a esta comarca por vía marítima. Pasan una media de una semana o unos días atracados en sus puertos deportivos y después continúan sus periplos por la fachada atlántica peninsular. No son los únicos. Durante la semana pasada, por ejemplo, en los puertos deportivos de Sanxenxo, Portonovo y Combarro se han visto veleros que tenían izados los pabellones de Irlanda y Gran Bretaña, y en menor medida, las banderas de Holanda y de Alemania.

El sector turístico confía en que el auge de la náutica pueda atraer a más visitantes y multiplique la ya variada gama de acentos que se puede escuchar cada verano en la ría.