Miles de personas inician este fin de semana sus vacaciones en Sanxenxo, tras un julio en que la villa latió al pulso de una avalancha de turistas
01 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Cargados con maletas o arrastrando carritos; en solitario, en grupo o en familia, Sanxenxo es este fin de semana un cuadro de contrastes, entre los visitantes que se van al acabar julio y los que aterrizan en la capital turística de las Rías Baixas para iniciar sus vacaciones. A unos se les nota morenos y algo melancólicos mientras recorren la distancia de sus alojamientos a sus coches o a la parada del bus. A los otros se les ve encantados de comenzar una temporada de sosiego, con ganas de dejar su equipaje en una habitación y bajar con la sombrilla a Silgar. El cambio de mes cae en fin de semana y ambas mareas coincidirán este año. A los dos grupos se les identifica por unos objetos comunes: la maleta, la mochila o la bolsa de viaje.
Un julio de vértigo ha dejado buen sabor entre los que se despiden. En la medida de lo posible es un hasta luego y en pocos casos un adiós. El tiempo algo inestable y menos cálido de finales de julio no les ha inquietado y más de uno, sorprendido al ver lloviznar, agradeció la novedad. Sanxenxo está bien situada y muy bien conectada por carretera. Cuando los días no fueron buenos, la gente se fue de tiendas o a Santiago.
Agosto empieza con un sol brillando en un cielo despejado, con una playa de Silgar que se sabe deseada y un paseo marítimo donde no coge un alfiler a la hora del vermú. Y es que entre el trasiego de unos que se van y otros que se quedan, aún hay que sumar a los vecinos, que viven aquí todo el año, y aquellos afortunados que veranean más de un mes, que los hay.