El tabique más difícil de Marín

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

MARÍN

RAMON LEIRO

Solo cuatro de los 40 aspirantes a enterrador lograron ayer superar la prueba práctica convocada por el Concello

28 ene 2015 . Actualizado a las 12:29 h.

El ejercicio parecía sencillo, pero no lo fue. Al menos una vez visto el resultado que el Concello hizo público a primera hora de la tarde a través de su web. Solo cuatro de los cuarenta aspirantes a cubrir la única vacante de sepulturero de Marín consiguieron superar el aprobado. Fue todo lo contrario a lo ocurrido en la prueba teórica. En aquella ocasión, aprobaron todos los que se presentaron -muchos con nota- y ese resultado dio ánimo a más de uno para intentar repetir el éxito en la práctica. Solo uno de los aspirantes no acudió a la cita más mediática de la plantilla municipal de los últimos años.

Los candidatos esperaron su turno a la puerta de la nave municipal de A Sacoa, en A Cañota, mientras la portavoz del tribunal los fue llamando por orden alfabético y en turnos de cuatro.

Dentro se encontraron con una mesa y sobre ella una serie de herramientas. Era una cuestión lógica, aquí ya no cabían preguntas burocráticas ajenas al trabajo diario. No se volvió a hablar de cuántos son los diputados del Congreso, ni de quién elige concejales. Son cuestiones que pueden servir para entender cómo funciona la Administración, pero que poco o nada aportan a la actividad diaria en un cementerio o a la hora de un entierro.

En esta segunda ronda selectiva se fue al grano. A lo que es de esperar de un profesional sepulturero. ¿Sabría poner un ladrillo encima de otro? ¿Sabría sellar una tumba tras un entierro? ¿Sabría atajar filtraciones o reparar un boquete?

Si uno no sabe usar un bolígrafo o un teclado o no reconoce las letras del alfabeto no podrá escribir, si un enterrador no conoce los instrumentos de albañilería, malamente podrá desempeñar su trabajo. Y aquí se produjo ya el primer filtro. Por ejemplo, ¿qué es una pata de cabra? ¿Sabría identificar un paletín para escayola?

El tribunal tomaba nota de las preguntas y aplicó el tamiz. La mayoría de los candidatos, al salir, creía que pasó esta parte de la prueba. Pero la identificación de herramientas no lo es todo. Uno puede conocer las letras, pero falta saber si las sabe juntar en sílabas y palabras. Ahora tocaba hacer un tabique. Y aquí, las cosas se torcieron.

 

 

Pared en ángulo

 

Cada aspirante tuvo ante sí ladrillos y cemento. Se les pidió que con esos materiales levantasen un tabique, una pared en ángulo. Aquí el tribunal fue implacable. Este filtro fue demoledor y abundaron las notas bajas finales. Solo hubo dos casos con un 6,5, y dos excepcionales 8 y 9 de nota definitiva del ejercicio.

Ahora estas calificaciones servirán para hacer media con la teórica, esperar a los resultados de los tres convocados al examen de gallego y, entonces, por fin, se podrá poner nombre y apellidos al ganador de la plaza de sepulturero.

 

 

Perfiles muy variados

 

La necesidad aprieta y agudiza el ingenio. Muchos de los que se presentaron ayer en A Sacoa admiten que concurrieron porque no hay trabajo en otra parte. Uno de estos es Miriam Blanco, pontevedresa, y una de las dos mujeres que participó en esta oposición.

«Me presenté porque hay que buscar camino en la vida, las cosas están difíciles para salir adelante y me arriesgué a lo que salga, me da igual». Blanco es una de las que suspendió, ella ya lo daba por descontado al salir del ejercicio. Hija de albañil jubilado, pensaba que le perjudicaría más su nota del teórico, que había sido baja, pero la práctica tampoco fue bien. Aún así no se da por rendida. «Hoy en día hay que buscar trabajo a tu manera, porque estudiando yo creo que no hay futuro y enterrador es una plaza para el resto de la vida, un sueldo fijo que asegura tu futuro», precisó.

Es la misma opinión de Antonio Barros, vecino de Salceda de Caselas y nieto de sepulturero. Para él, esta profesión no es extraña.

«Se me elisixen a min, non habería problema porque xa o vivín desde pequeno».

Se enteró de la convocatoria de Marín por Internet, al buscar una plaza precisamente de enterrador, pero admite que le valdría cualquier otro empleo.

«Estou disposto a traballar no que sexa»,

sentenció.