Manuel Barreiro Cabanelas, el gran benefactor del Hospital

Elena Larriba García
Elena larriba PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

La escultura ubicada en los jardines del centro sanitario, perpetua al prohombre de Covelo que hizo fortuna en Brasil

26 ene 2015 . Actualizado a las 08:43 h.

Pontevedra está llena de estatuas, bustos y monolitos dedicados a ilustres pontevedreses de nacimiento o adopción que forman parte de la historia. Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, Alexandre Bóveda, Manuel Quiroga, Valentín Paz Andrade, Eduardo Vincenti, Valle-Inclán... Fueron inmortalizados por diversos artistas. Pero hay esculturas que a fuerza de verlas todos los días pasan desapercibidas y que muchos ciudadanos incluso desconocen a qué o a quién están dedicadas o el por qué de ese homenaje.

En la base del monumento que se erige en los jardines de entrada al Hospital Provincial, reza el nombre de Manuel Barreiro Cabanelas, uno de sus más grandes benefactores. Descubrimos a este prohombre en un artículo que le dedicó el doctor Antonio Días Lema, además de en su tesis doctoral sobre la historia del centro sanitario pontevedrés. A él no le cabía duda de que fue una de las personas que más ayudó a su mejora y eso que la nómina de colaboradores de la institución hospitalaria a lo largo del tiempo fue elevadísima, tanto de los de aquí como de los que sufrieron los «sinsabores de la emigración», como apuntó el ya fallecido doctor.

Entre los que se fueron y enviaban sus aportaciones para que Pontevedra tuviera el mejor hospital posible, estaba el filántropo Barreiro Cabanelas, «un prócer, a quien ni su enorme fortuna, ni su situación social, le hicieron olvidar a los que nada tenían, sobre todo a los niños, a los enfermos y a los ancianos».

Nació en 1876 en el Concello de A Lama, en la parroquia de Covelo, donde su historia sí que es bien conocida y honrada por sus paisanos por todo lo que hizo por su pueblo en las épocas más duras. Se quedó huérfano de padre siendo un niño y sus biógrafos cuentan que a la prematura edad de 14 años decidió ensanchar sus miras y emigrar a Brasil. Le definen como un trabajador serio e incansable que, a pesar de su juventud, pronto se colocó por aquellas tierras. Y, según algunos allegados, el relato de cómo comenzó su fortuna parece de película.

De lotero a banquero

Cuentan que cuando aún no tenía 20 años apostó sus ahorros al popular y polémico Jogo do Bicho, desbancando al jefe de la casa de apuesta gracias a camelarse a su criada, que al parecer habría sido quien le desvelase los secretos de la timba.

Eligio González Cancela, que también le dedicó un artículo a Cabanelas en la revista Cedofeita, relata que empezó de empleado de comercio como cajero, después fue vendedor de lotería en la calle y al poco tiempo gerente de una administración. Cuando ya tenía una economía saneada, nuestro prohombre supo rodearse de gente preparada y ampliar sus conocimientos y relaciones, para acabar destacando en el mundo de los grandes negocios financiaros e inmobiliarios.

En una de sus visitas a su tierra para reencontrarse son su gente no acertó en la fecha. Su desembarco en Vigo coincidió con el inicio de la Guerra Civil y decidió cruzar la frontera portuguesa para regresar de nuevo a Brasil y no volver más a España.

La utilización social de su dinero la describen sus ayudas a familiares y convecinos, dotes a las parejas más necesitadas para poder casarse, para construir viviendas y crear escuelas. En el caso del Hospital de Pontevedra su generosidad fue incansable. Las actas de la corporación provincial estudiadas por Días Lema recogen innumerables donativos de 10.000, 20.000, de 100.000, de 250.000, de 300.00 y de 500.000 pesetas para el centro hospitalario remitidos entre 1936 y 1943, con las se sufragaron diversas ampliaciones y equipamientos.

Eran ayudas millonarias para la época, a las que se sumaron otras muchas destinadas al Asilo y al Hospicio y que tuvieron por parte de la Diputación Provincial un agradecimiento perdurable cuando en 1940 se decidió contratar al escultor cambadés Francisco Asorey, considerado como una de las figuras más relevantes de la renovación del arte escultórico español del siglo XX, para la construcción de un monumento al ilustre filántropo Manuel Barreiro Cabanelas, que hoy permanece en los jardines de entrada al Hospital.