Lágrimas, indignación y rabia para exigir más seguridad en la PO-308

Alfredo López Penide
López Penide POIO / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Decenas de personas secundan la marcha al grito de «Todos somos Ana»

21 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La de ayer fue una movilización con los sentimientos a flor de piel. Decenas de personas secundaron la manifestación convocada por Azucena Rodas, hija de la última fallecida en la PO-308, para exigir una mayor seguridad vial en esta carretera.

Fueron apenas trescientos metros de un recorrido, la distancia aproximada que separa la gasolinera de Raxó del entorno de la curva de Fontoira donde Ana María Gómez encontró la muerte el pasado 24 de noviembre, en el que se mezclaron las consignas en pro de la seguridad vial con la rabia, la indignación y las lágrimas de dolor e impotencia. La marcha, en la que muchos de los asistentes portaban chalecos reflectantes con el lema «Todos somos Ana» y que iba encabezada por una pancarta en la que se leía «Queremos soluciones en la PO-308. ¡No más muertes!», concluyó en el mismo punto donde hace tres semanas se produjo el atropello mortal. Fue entonces cuando la madre de la fallecida no pudo aguantar la tensión y estalló reclamando Justicia: «¿Por que me mataron a miña filliña? ¿Por que ma mataron?», repitió en varias ocasiones entre gritos y sollozos.

Tras un minuto de silencia únicamente roto por el tema Negra sombra, Azucena Rodas, sin poder contener la emoción, recordó la figura de su madre, quien «tuvo la mala suerte de vivir al pie de la carretera y supo convertir esa mala suerte en lucha y compromiso hasta el maldito accidente que se la llevó». No en vano, Ana María Gómez se había significado en los últimos años como una de las principales voces en Poio a la hora de reclamar más seguridad en la PO-308.

En su intervención pública de ayer, Azucena anunció que tomaba el testigo de su madre: «Como homenaje a ella quiero acabar lo que mi madre no pudo, parar la sangría de esta carretera, que ya ha dejado demasiadas víctimas». Es por ello que exigió que todas las administraciones deben garantizar la seguridad de los vecinos que viven al paso de la carretera de la costa, pues «la gente quiere vivir tranquila, no temblar al cruzar la puerta de su casa».

Al término de la movilización se vivieron los momentos más tensos cuando Azucena Rodas y uno de sus tíos echaron en cara al alcalde Luciano Sobral su presencia en la protesta. Le recriminaron el dinero que el Concello de Poio destina a fiestas y le exigieron que lo invirtiese en mejoras de seguridad -aceras o radares de velocidad- de una carretera que es de titularidad autonómica.