250 cañas solidarias en 4 días

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

Los hosteleros quieren invitar a todos los locales de la ciudad a participar el próximo año, y adelantar la campaña una semana

20 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

«Un grupo de chicos jóvenes entró anoche en el bar. Traían un saco lleno de juguetes. Se acercaron a la barra y dijeron: Prepara las cañas porque nos vamos a emborrachar». Pablo Bliste, propietario del Badiana, rió e hizo lo que le pidieron: sirvió unas cuantas rondas y, cuando llegó el momento de cobrarles, les dijo que ya estaba todo pagado con los juguetes. Sin embargo, se empeñaron, y lograron llegar a un acuerdo: pagarían la mitad de las cervezas.

«A juguete la caña» ha sido todo un éxito, aún siendo su primera edición. Los cuatro negocios de hostelería involucrados en el proyecto -Pintxoviño en A Verdura, Badiana y Loaira en A Leña, y La Gramola en Méndez Núñez- recaudaron alrededor de 250 juguetes durante de la campaña.

Fueron solo cuatro días -uno de los cuales, el lunes, dos participantes, es decir, la mitad del total, permanecieron cerrados-, pero eso no frenó a los clientes que, como suele pasar en estos casos, son de costumbres laxas: empezaron a llevar regalos el propio domingo, antes de que se abriera la veda.

Cabreados por no pagar

«Hubo gente que se hasta se cabreó cuando intenté no cobrarles», ríe Bliste: «Decían que ellos no venían a consumir porque fuera gratis y que pagaban como todo el mundo, independientemente de haber traído juguetes».

Lo mismo le ocurrió al promotor de la campaña, Álvaro Ibaibarriaga, dueño del Pintxoviño: «A mí me pasó con mucha gente, que me decían ??no me descuentes nada??. Se vuelve muy tierna la gente en estas fechas». Y en esa teoría basó los principios de A juguete la caña el empresario de la hostelería.

Con tanto criterio, que ya están pensando en ampliarla. «Como lo importante es recaudar cuantos más regalos mejor, para el año que viene queremos hablar con muchos más locales; si lo puede hacer la mitad de Pontevedra, mejor», dice Pablo Bliste.

Los únicos problemas, aparte de las pequeñas rencillas tan típicas de los gallegos a causa de su alergia a dejarse invitar -que ya los querrían para sí muchos vecinos de otras comunidades-, fueron la falta de espacio. El jueves fue el día más intenso en cuanto a afluencia de clientes, hasta el punto de que llegó un momento, en el caso del Badiana, en el que tuvieron que hacer un servicio de reposición del saco contenedor de juguetes cuando el primero empezó a rebosar. Los llevaron a La Gramola, el más grande de los cuatro participantes, y siguieron peleándose con los clientes.

Pero ni Pablo, ni Álvaro, ni Iñaki ni Marta han quedado tan contentos como esperaban. A pesar de la actitud desprendida -y cañera- de los fieles usuarios de sus negocios, se quedaron con ganas de más. Creen que el período fue corto -tres días en el caso de dos de ellos, y cuatro en de los otros dos-, y que tal vez no estuvo bien elegido. «Tendríamos que haberlo hecho la semana anterior, porque esta no es de las más fuertes porque la gente está esperando a la que viene para reventar», bromea Bliste, «pero ya lo sabemos para el año que viene». Así que este fue el ensayo, y para el 2016 llegará el barril de cebada solidaria de verdad.