«Hay familias en Pontevedra que podrían dar másteres de supervivencia»

Elena Larriba García
Elena larriba PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Su oenegé atendió a 250 menores en riesgo en los 10 años que lleva trabajando para el Concello

30 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Roberto Antón Santiago (Marín, 1976) es licenciado en Psicología por la Universidad de Santiago y experto en infancia y adolescencia. Forma parte del equipo de la Fundación Meniños, que se ocupa del Programa de Atención Familiar del Concello de Pontevedra, y en los diez años que esta oenegé lleva colaborando con el departamento de Benestar han pasado por este servicio 165 familias y 249 menores en dificultad social, con un alto porcentaje de éxito en las intervenciones. Su trabajo está orientado a garantizar los derechos de los niños, asegurándoles un ambiente familiar de seguridad y afecto.

-¿Veinticinco años después de la Convención de los Derechos del Niño, se ha avanzado mucho en la protección de la infancia en nuestro entorno más próximo?

-En general, los principios fundamentales se van cumpliendo. Pero la crisis ha vuelto a poner en riesgo derechos básicos, de alimentación y de vivienda, que hace unos años eran un problema residual. Nosotros trabajamos, específicamente, por el derecho de los niños a vivir en familia, que también se ve amenazado por la crisis y los recortes.

-Meniños cumplió una década de trabajo en Pontevedra, en colaboración con la Concellería de Benestar. ¿Cuál es el balance de estos diez años?

-Muy positivo, aunque lo ideal sería que no tuviésemos que estar y que la situación en Pontevedra fuese de una infancia sin conflicto y sin riesgo En estos diez años hemos trabajado con 165 familias y 249 menores, con un porcentaje de éxito de entre el 70 y el 80 %. A pesar de que hay familias con las que no hemos sido capaces de lograr avances, con la inmensa mayoría sí, y esos chavales con los que hemos tratado han salido adelante y ahora los vemos trabajando o estudiando. Es una satisfacción.

-¿Las necesidades de atención son cada vez mayores?

-Han variado. Cuando empezamos estaban relacionadas con problemas psicológicos y conflictos de relación familiar, las necesidades básicas estaban más o menos cubiertas y los padres podían conseguir un trabajo si no lo tenían, aunque a veces no lo conservaban. Ahora trabajamos con familias que es prácticamente imposible que consigan un empleo, que dependen constantemente de ayudas sociales, que tienen en riesgo su vivienda y su comida.

-¿Cuál es el perfil de los niños y adolescentes que atienden?

-Por un lado están los adolescentes a partir de 12 años. Normalmente, es un varón - trabajamos más con chicos que con chicas- con problemas de absentismo escolar, de consumos, de falta de normas en casa o incumplimiento de las mismas, e incluso con problemas judiciales. Suelen ser familias monoparentales, con una madre trabajadora o no, con cargas familiares no compartidas, que se enfrenta a un reto con un adolescente y surgen esos conflictos. Y por otro lado, están los menores de 12 años en dificultad social, con padres con alguna adicción, sin recursos económicos, sin posibilidad de acceder a un empleo y con cierta falta de habilidades para el cuidado de los niños.

-¿Qué pasa cuando la intervención no da resultado? ¿ Hay muchas retiradas de la tutela?

-Se remiten al Servizo de Menores de la Xunta, que tiene competencias en asumir la tutela. No siempre se retira a los niños, son casos mínimos, aunque sí hemos tenido que hacer alguna propuesta en ese sentido. Es horrible, pero trabajamos por el bienestar de esos niños y, cuando la situación es insostenible, es importante que temporalmente estén en un centro o en una familia de acogida, y tratar de que su familia de origen se recupere cuanto antes para que puedan volver a casa.

-¿Cómo se consigue conectar con adolescentes en conflicto?

-No se trata de imponer o decirles lo que tienen que hacer, sino de conocer las razones que les llevan a faltar a clase, por qué tienen problemas en casa, qué sucede. Cuando alguien está enfadado, es difícil que hable, pero siempre llegas a pequeños acuerdos y se consigue. Es un trabajo colaborativo con las familias para intentar cambiar poco a poco las cosas.

-¿A veces es más fácil conectar con los hijos que con los padres?

-A veces sí. Con los chavales intentamos hacer algo diferente. Sabemos que los profesores y los padres tienen que ser estrictos y nosotros tratamos de llegar a ellos para conseguir su colaboración, entendiéndoles e interesándonos por las cosas que les gustan. Y claro, les resulta raro que un adulto se preocupe de qué música le gusta o de sus aficiones. Con los padres es más complicado, porque están muy quemados, llevan tiempo intentando cambiar la situación, muchas broncas en casa, problemas en el trabajo... Hay más rechazo, en el sentido de que es mi hijo el que tiene que cambiar y yo no puedo hacer nada. Entonces, toca implicarles y explicarles que a lo mejor ellos no están haciendo las cosas bien y pueden hacerlas mejor.

-Me está recordando al programa «Hermano Mayor».

-Ese programa tiene algo que no nos gusta. Focaliza mucho en el adolescente, le grita, le dice lo que tiene que hacer, es un modelo de control y machaque. No nos gusta nada. La persona que lo lleva ha vivido lo suyo, pero no es un profesional. Nuestro enfoque es más de colaboración con el adolescente que tiene problemas y también quiere solucionarlos.

-En estos años habrá visto muchos casos difíciles. ¿Alguno especialmente impactante?

-Sobre todo, los casos en los que tienes que remitir una propuesta de separación en tutela. Y luego están las situaciones de niños que han sufrido maltrato o abuso sexual. También nos está impactando mucho últimamente el maltrato de hijos a padres.

-¿Han aumentado ese tipo de agresiones, incluso con denuncia?

-Nosotros vemos las dos casuísticas y se percibe un repunte de maltrato de hijos a padres. Tiene que ver con ciertos hábitos educativos que han cambiado y cuando se pierden los límites del respeto se convierten en agresores, sobre todo de sus madres. Puede ser violencia física, pero también psicológica, de machacar haciendo lo que le da la gana, incumplir todo tipo de normas, amenazar... Es fuerte, pero a veces no hay otra solución que la denuncia, con la consecuencia para los chavales de tener que ingresar en un centro de menores.

-Los servicios sociales son una gran inversión, ¿pero lo saben las Administraciones?

-Una inversión muy importante. En Pontevedra, Bienestar Social es un área muy bien cuidada y no nos podemos quejar. Pero a nivel social, a veces discutimos de farolas, calles y circunvalaciones, mientras estos otros servicios se quedan como en un cajoncito, en el que sí, hay gente trabajando y no sabemos muy bien en qué.

-¿Cómo describiría esa otra Pontevedra en dificultad social?

-Pontevedra es un modelo de ciudad ideal. Bien, pues debajo de esa red, lo que yo veo son familias que es un milagro que vivan con 400 euros y dos hijos a su cargo, al límite, con lo justo, justo, justo. Hay familias que podrían ir a las más prestigiosas escuelas de economía a impartir másteres de supervivencia y le darían mil vueltas a cualquier economista.

robertio antón santiago piscólogo de la fundación meniños

«Es una satisfacción ver salir adelante a los chavales con los que trabajas»

«Nos impacta mucho, últimamente, el maltrato de hijos a padres»

«La crisis ha vuelto a poner en riesgo los derechos básicos de los niños»