Valentín, el rey de las castañas

Elena Larriba García
Elena Larriba PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

En tiempos de otoño es difícil no acordarse de Valentín Pazos Recamán, el popular vendedor de A Ferrería fallecido en el 2012

25 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

En tiempo de castañas es difícil no acordarse de Valentín Pazos Recamán, el popular castañero de A Ferrería. Aunque la saga continúa, su recuerdo sigue personificando este tradicional oficio que cada año anuncia la llegada del otoño con olor a brasas y que, lejos de desaparecer, parece haber revivido.

Valentín falleció en mayo del 2012 sin haberse jubilado. Como él mismo dijo una vez a La Voz, «teño escrito que vou a estar ata que a ambulancia me veña a buscar aquí mesmo». Y no fue así, pero casi.

Pazos era vecino de Lourizán y durante más de medio siglo vivió la calle repartiendo cartuchos de castañas ourensanas, «de la tierra de la chispa», asadas en su inseparable locomotora. Este hombre bajito y con boina, irónico y socarrón, empezó trabajando en el mar con solo trece años, como pescador y también como cocinero. Después, durante un tiempo, llevó un carrito de helados, otro oficio de temporada, hasta que un amigo le traspasó su máquina de castañas. Su antecesor era un ourensano llamado llamaba Benjamín, tenía casi setenta años de oficio y vendía en la praza da Peregrina Él le sustituyó en tiempos del alcalde Remigio Hevia y entonces, por una perra chica o un pataco, se podían comprar cincuenta castañas.

Amistades públicas

Hoy un cartucho de más o menos una docena vale un euro. Después de Hevia —«que viña a mercar castañas e a ver si todo estaba en orden», según contó el propio Valentín Pazos en más de una ocasión—, conoció a todos los regidores pontevedreses de los últimos cincuenta años y presumía de que todos fueron amigos suyos, incluso el actual Miguel Fernández Lores, que además fue su médico de cabecera. De Filgueira Valverde contaba que «era unha marabilla de home e viña case todos os días a mercar cando era profesor».

El rey de las castañas se murió pidiendo un monumento, no para él, sino para su oficio y para su centenaria máquina locomotora, «porque matou moita fame na época das pulgas e dos piollos». Solía decir que «se lle fan un monumento a un paxaro [Ravachol], máis o merece esta máquina por matar tanta fame».

La idea de que la figura del castañero se perpetuase en una escultura en la praza da Ferrería, en principio, no cayó en saco roto, pero sigue siendo una asignatura pendiente.

Homenaje en la Red

Desde Facebook llegó a surgir el primer movimiento para promover este homenaje, tras la muerte de Valentín. El promotor pedía votos para que llegase a oídos de las autoridades municipales y pudiera ser una realidad. Y la ex concejala Teresa Casal, que lo apoyó también en la Red, recordó que en su etapa ya se llegó a diseñar incluso una maqueta de ese posible monumento al castañero y no era caro. Ella misma, como responsable en aquel momento del centro histórico, pensaba encargarla una vez que se hicieran las obras de remodelación que estaban programadas en la praza de A Ferrería. Se podría decir que ese tren estaba en marcha, pero se ve que aquella idea descarriló.

La máquina de castañas de Valentín, casi una pieza de museo con más de 115 años de antigüedad, que abasteció a varias generaciones de pontevedreses, permanece guardada en su casa de Lourizán. Y sus hijos continúan la saga trabajando con réplicas.