Los herederos de los Tercios de Flandes ultiman su primer despliegue africano

Una sencilla, pero cálida, parada militar sirvió ayer para despedir al centenar de militares de la Brilat que, en unos pocos días, se desplegarán en Mali. Sobre la explanada principal de la base General Morillo, los integrantes de este contingente eran fácilmente identificables. Eran los únicos que, en lugar de la tradicional boina gris de la brigada, llevaban calados unos chambergos.

A ellos se dirigió el general jefe Luis Cebrián. Tras reconocer que siente cierta «inquietud, pues sabemos que vais a enfrentaros a un entorno si no hostil, al menos peligroso», les instó a no cometer un desliz y a ser conscientes de que pueden verse «obligados a asumir riesgos, incluso graves» que, por otro lado, «son parte de la esencia del oficio de soldado».

En este punto, les invitó a que «no evitéis ningún riesgo, ni peligro necesario para el cumplimiento de vuestra misión por miedo a lo que podría pasar», al tiempo que les advirtió de que no asuman «ninguno más de los necesarios, quizá buscando una gloria vana». Luis Cebrián, en todo caso, lanzó un mensaje tranquilizador a los muchos familiares que ayer acudieron a la base de la Brilat: «Son buenos soldados, conocen su oficio, miden los riesgos y saben lo que hacen».

Posteriormente, el máximo responsable de la brigada precisó que esta misión, la primera que la unidad pontevedresa desarrolla en suelo africano, «supone un reto, innegablemente, pero un reto que estamos en condiciones de asumir». Añadió que «todas las operaciones tienen riesgos».

Ebola y yihadismo

En el caso de Mali, en principio, el principal riesgo viene de la mano de los insurgentes yihadistas que han hecho del norte su bastión. A este respecto, Luis Cebrián precisó que las tropas de la Brilat permanecerán en el sur, en concreto en el cuartel general de Bamako y en el campo de entrenamiento de Koulikoro.

Se trata de zonas donde el nivel de riesgo «es muy manejable», toda vez que se trata de un área geográfica controlada por el Ejército del país. En el norte, la situación de inestabilidad persiste más de dos años después de haberse producido los primeros enfrentamientos, que son los que «justifican la presencia de fuerzas de la Unión Europea para promover y potenciar a las fuerzas armadas malienses para que se hagan cargo ellas de su propia seguridad», subrayó.

Si el riesgo a un ataque yihadista se considera bajo, lo que no quiere decir que sea inexistente, otro tanto se puede decir del ébola. El despliegue se va a producir escasas semanas después de que se haya detectado el primer caso de contagio en este país, una nación que, por otro lado, tiene frontera con Senegal, uno de los estados africanos donde con mayor virulencia ha golpeado la enfermedad.

Mientras persista este status quo, se considera que no es un riesgo importante, de tal modo que no ha generado ningún tipo de problema a la hora de preparar el despliegue: «La fuerza va perfectamente instruida en cuanto a medidas sanitarias y asistencia a heridos, en este caso, enfermos. No está alterando en medida significativa nuestra preparación y medidas previas a adoptar».

En cuanto al contingente, el Ejército de Tierra desplazará 110 soldados, los cuales mayoritariamente proceden del batallón Zamora. Esta unidad adscrita al regimiento Isabel la Católica se considera heredera de los Tercios de Flandes y, de hecho, tomó su nombre de un regimiento ya disuelto que había sido creado en el siglo XVI. Así, ochenta militares de este batallón, con apoyos de zapadores y del Cuartel General, compondrán la compañía que dará protección a la decena de instructores de apoyo al fuego procedentes de este mismo regimiento de infantería y del Grupo de Artillería Aerotransportable.

La treintena restante procede del Grupo de Operaciones Especiales, de Transmisiones y de la Academia General Militar.

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