Pendiente el juicio del crimen de las cuidadoras

La Voz

FIRMAS

Secundino, tras declarar por el asalto a su casa en el 2013.
Secundino, tras declarar por el asalto a su casa en el 2013. r. leiro< / span>

21 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Una vez que se ha resuelto ya el proceso del asalto a la vivienda de Secundino Prego, la Justicia tiene pendiente un asunto más espinoso: el del crimen que acabó con la vida del octogenario de Poio. Por este episodio están imputadas las dos personas que en aquel momento cuidaban de él -Rosiña González ya no era entonces quien se ocupaba del hombre- y un tercer implicado.

Los investigadores consideran que las dos mujeres, Albertina Táboas Fernández y Rocío Gondar González, fueron las autoras materiales del crimen, mientras que el otro individuo no habría participado, pero podría haber estado al tanto de los planes de Albertina, por lo que en su día quedó libre con cargos.

De acuerdo con el relato de los hechos, las dos mujeres fingieronen en febrero pasado un asalto a la vivienda de Secundino en el que este habría sido asesinado por unos ladrones especialmente violentos. Con el paso de los días, los investigadores empezaron a sospechar de las mujeres cuando comenzaron a aparecer pruebas de un eventual móvil económico.

Resulta que días antes de su muerte, Secundino cambió su testamento para dejar como heredera de la vivienda en la que residía a Albertina Táboas. Los investigadores sospechan que las dos mujeres pudieron urdir el crimen por motivos económicos. Lo que no sabían en aquel momento es que ellas solo serían dueñas de la mitad de la casa, toda vez que el 50 % restante era propiedad de los hijos del octogenario, quienes recibieron esa parte tras el fallecimiento de su madre.

A la vista de los acontecimientos, los responsables de la investigación sostienen que Albertina y Rocío Gondar fueron quienes golpearon en la cabeza a Secundino repetidamente el 3 de febrero pasado, después de que este volviese de pasar la tarde en la discoteca La Luna. Las mujeres declararon a la Guardia Civil que habían sido unos ladrones, una tesis que se desmontaría con el paso de los días al aparecer nuevas pruebas.