«De tanto estar en dique seco no miro el listado de números para ver si tocó»

Carlos Alberto Aboal Laz (Pontevedra, 1973) tiene su puesto en el epicentro de la actividad de Pontevedra, la plaza de la Peregrina. Desde allí, acaba de repartir 100.000 alegrías en forma de cupón, y otros nueve más en píldoras de 600 euros cada una.

-¿Qué se siente después de dar un premio así?

-Una satisfacción bastante grande porque con los tiempos que corren... y mucha alegría por dar un premio. Ya es el segundo, y hacía tiempo que no daba ninguno. Todos los compañeros andaban a los alrededores dando algún premio y me estaba quedando con las ganas.

-¿Hay una especie de competición a ver quién da más premios, o como es cuestión de azar no?

-No, no, es una cuestión de azar; de competición nada. Pero bueno, siempre, cuando uno da unos cuantos más uno dice, «joba, que venga para aquí uno al menos».

-¿Cuándo dio el anterior?

-A los dos años de empezar a trabajar, hacia el 2002. Fue uno pequeño, de 25.000 euros, y luego estuve en dique seco todo el tiempo.

-¿El premiado lo compró un cliente habitual?

-No lo sé, son muchos números que pasan por la mano. Tanto puede ser uno de Pontevedra como algún turista.

-¿Tiene más clientes pontevedreses o visitantes?

-Pontevedreses siempre, porque el turista solo viene con alguna excursión que llega a la plaza de la Peregrina, pero no suelen ser más.

-¿Suelen ser fijos, o al estar en un sitio muy céntrico es más difícil llevar cuenta de los fijos?

-Fijos sueles tener siempre, pero no me puedo dar cuenta ahora mismo de cuál es ese número que le pude dar a ese cliente.

-¿Cuándo se enteró?

-Hoy (por ayer) a la mañana, que me llamó la directora. Tenemos muchos números. Ni me fijo en las listas para ver el que toca, porque ya de estar tanto en dique seco no cogí el listado, para no mirar los números.

-Nada menos que 100.000 euros.

-100.00 premios, más otros pequeños de 600 cada uno hasta un total de 5.000 euros.

-¿Cómo va a celebrarlo?

-Con mi mujer y con mis hijos y nada más, con alegría.

-¿Y si le hubiera tocado a usted?

-Tengo una casita que reformar...

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