«La mediación facilita que haya una buena relación después del divorcio»

Elena Larriba García
Elena larriba PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

La decana de Ciencias da Educación es experta en justicia terapéutica del menor y la familia

21 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta semana empezó a funcionar el servicio de mediación familiar intrajudicial mediante un convenio de colaboración entre la Universidade de Vigo, el Colegio de Abogados, la Fiscalía, el Consejo del Poder Judicial y la Xunta. Su objetivo es resolver por la vía del acuerdo los conflictos en casos de separación o divorcio, evitando un largo y penoso proceso judicial. Francisca Fariña (Ares, A Coruña, 1962) coordina en representación de la Universidad este servicio recién creado en Pontevedra y también el que funciona en Vigo desde hace dos años, junto con Esther Pillado. Además de decana de Ciencias da Educación, es catedrática de Psicología Jurídica y una experta en justicia terapéutica, especialmente en temas del menor y familia, con una reconocida labor como investigadora.

-¿La mediación es justicia terapéutica?

-Es una parte, una herramienta más de la justicia terapéutica, cuyo objetivo es facilitar que los progenitores, en este caso, lleguen a acuerdos y puedan tener una relación de coparentalidad positiva tras la separación. Un proceso judicial entorpece esa labor. En cambio, la mediación la facilita.

-¿Cuáles son las claves para resolver un conflicto familiar?

-En los casos de separación y divorcio los progenitores van a buscar una solución en la Justicia que ellos mismos tienen. Y el que va a resolver, el juez o el tribunal, no conoce como ellos las fortalezas y debilidades de su familia. Los mediadores han de buscar la forma de que las personas mediadas encuentren esa solución óptima a su controversia, o la menos mala para todos. La mayoría de sus problemas no son tanto reales, que también, como creados o autogenerados por estados psicoemocionales que el propio proceso conlleva. La familia tiene que amoldarse a la nueva situación de separación. Hay muchos cambios y hay que ir poniéndole soluciones diferentes a las que había antes del divorcio. Los mediadores, que en este caso son un psicólogo y un abogado, tienen que limar las asperezas -a veces más que asperezas- que existen entre las partes. Mucho del trabajo es intentar que esas emociones se encaucen positivamente y no negativamente. El proceso judicial hace lo contrario: buscar las fortalezas de uno en las debilidades del otro. Por eso llevamos testigos que digan lo malo o mala que es y hasta podemos crear o inventar medias historias.

-¿El nivel de acuerdos es alto?

-Estamos entre el 60 y 70 % de éxito en las parejas que aceptan la mediación. Es muy elevado, pero tan importante como el porcentaje de éxito es la transformación que provoca en las dinámicas familiares. A veces no llegan a un acuerdo en el proceso de mediación por variables externas, pero en el juzgado acaban aceptando un acuerdo exactamente igual al que estuvieron a punto de firmar en la mediación, que de alguna manera lo facilitó.

-¿Más vale un mal arreglo que un buen pleito?

-Eso es. Un pleito siempre provoca estrés. Cuando tenemos que ir a un juicio como testigo nos provoca estrés. Cómo no va a producirlo un caso de separación o divorcio en el que se van a decidir cosas tan vitales como dónde van a estar nuestros hijos, cuándo voy a poder estar con ellos o cómo va a quedar mi situación económica.

-¿Cómo se inicia la mediación y a instancia de quién?

-Siempre es el tribunal quien manda a mediación a las partes. Puede ser a solicitud de la Fiscalía, por recomendación incluso del equipo psicosocial o lo pueden solicitar los propios abogados. Pero siempre es el juez quien tiene la palabra para derivar.

-Los jueces ya venían instando a las partes a pactar antes de que existiera este servicio ¿no?

-Los jueces formados en Familia es algo en lo que insisten mucho y están muy motivados porque saben perfectamente que el problema no se va a resolver con su sentencia judicial, muy al contrario, a veces no hace más que crear más malestar en ambos porque no satisface a ninguno de lo dos. En cambio, en los acuerdos de mediación los dos han asumido que eso es lo mejor para la familia. Por eso la mediación facilita que haya una buena relación después del divorcio o la separación.

-¿Cúales son los problemas más habituales que se atienden?

-Los que más llegan son tiempos de estancia con los niños y cuestiones que tienen que ver con las pensiones y otros temas económicos. No solo son casos que progenitores que inician su divorcio, también vienen personas ya divorciadas por demandas de modificación de tiempos de estancia de los menores, de pensiones, o denuncias por incumplimiento del convenio de separación establecido.

-¿La oficina de Pontevedra ya ha recibido los primeros casos?

-Sí. Y siempre hay niños y niñas por el medio.

-¿La mediación beneficia sobre todo a los hijos?

-A ellos y a los niños. Si los progenitores están mal, difícilmente pueden estar bien los hijos cuando se discuten cuestiones que les afectan. Pero a veces el odio y el rencor se puede apoderar de las personas hasta el punto de ser incapaces de ver el daño que hacen a sus hijos. Muchos padres piensan que solo se les hace daño psíquico, pero también puede ser físico a la larga. Nosotros estamos haciendo una investigación que dirige el doctor Martinón, de la Universidade de Santiago, sobre la ruptura conflictiva de pareja como factor de estrés tóxico en el estado de salud físico y mental de los niños.

-¿También se gana privacidad?

-Eso es importantísimo. En los procesos de mediación queda todo en el ámbito privado. Por la vía contenciosa no hacemos más que poner un ventilador en nuestra vida, no para airear las cosas positivas que nos gusta que se sepan, sino las que nos avergüenzan. La otra parte no va a decir al juez lo maravilloso que es el padre o la madre, sino lo más negativo que pueda encontrar y a veces exagerando.

-La mediación es voluntaria. ¿Debería ser obligatoria?

-Yo considero que debería ser obligatoria al menos la primera sesión informativa. En ella lo que se hace es sensibilizar a los progenitores de cuánto de positivo les puede proporcionar la mediación y cuánto pueden perjudicar a su familia si continúan litigando.

-¿La mediación acaba con el acuerdo o continúa con apoyos a la familia para adaptarse a la nueva situación?

-Ojalá los hubiese. La justicia terapéutica, además de la mediación, tiene programas de apoyo, como Ruptura de Pareja, no de Familia, que funciona en varias comunidades. Ese programa, en el que yo colaboro, no lo hay en Pontevedra, lo hay Santiago.

-¿Qué técnicas utilizan los mediadores para convencer a los padres? ¿También hacen terapia con ellos?

-No tienen que convencer. Tienen que empoderarlos como padres. Bueno, y convencerlos en cuanto a creer en la mediación y en sus propias capacidades para resolver el problema. Los mediadores tienen que trabajar y comprender sus emociones, pero no son terapeutas, ni pueden actuar como tales. Lo que tienen que ser y parecer es honestos, neutrales e imparciales.

francisca fariña rivera Catedrática de psicología jurídica y coordinadora del servicio de mediación

«Los progenitores van al juzgado a buscar una solución que ellos mismos tienen»

«Los mediadores tienen que ser y parecer honestos, neutrales e imparciales»

«En los casos que llegan a mediación siempre hay niños y niñas por el medio»