Los miradores de A Granxa y Palacios se hunden en el olvido

Marcos Gago Otero
Marcos Gago SANXENXO / LA VOZ

FIRMAS

RAMON LEIRO

Las guías del paisaje, sobre azulejos pintados en 1959, son ilegibles

16 sep 2014 . Actualizado a las 12:00 h.

Los miradores de A Granxa, en el límite entre Sanxenxo y Poio, y de Palacios, a la entrada de la villa turística, son dos de los lugares más famosos y reconocibles de la comarca. Están grabados en la retina de multitud de vecinos y visitantes, tanto que son referencias que trascienden el interés local para figurar en incontables postales, álbumes de fotos y objetos de recuerdo de la provincia e incluso de Galicia. Es raro encontrar el día ?podría decir que imposible? en que no se paren en alguno de ellos varios coches y que sus ocupantes se hagan fotos con la ría como fondo. Pueden ser unos pocos minutos para sacar unas instantáneas, pero son una tarjeta de presentación de Sanxenxo y de la ría de Pontevedra, iconos de la cultura turística.

No obstante, ambos miradores languidecen en un aparente olvido. Al menos esa es la impresión de quien se acerque a ellos e inspeccione el entorno inmediato.

Desde A Granxa, quizás el más famoso de todos los miradores de ambos márgenes de la ría, se obtienen inigualables panorámicas de Raxó y Tambo, de Marín y de los mercantes, bateeiros y veleros que surcan el mar. El visitante intentará sin éxito encontrar una explicación de lo que está viendo, a no ser que vaya acompañado o acuda con un mapa.

No es que no haya un elemento para identificar los puntos geográficos que observa. Los hay, pero son ilegibles. En A Granxa, existe una fuente en forma de concha de vieira y una especie de mesa de piedra cubierta por azulejos donde están pintados los puntos geográficos del entorno y sus nombres. La obra se ejecutó en 1959, por la entonces Jefatura de Obras Públicas. Esto es lo único claramente descifrable.

Deterioro de décadas

Los azulejos, destrozados por el paso del tiempo y la falta de protección, parecen una especie de juego del ahorcado. Están totalmente destrozados, con numerosos huecos provocados por el desgaste y la erosión de varias décadas. Los topónimos, en el castellano de mediados del siglo XX, se adivinan más que se leen entre los restos de la pintura. Más allá no hay ni un solo panel moderno explicativo.

La historia se repite en el mirador de Palacios, donde se divisan la boca de la ría y Sanxenxo. En vano se buscará un panel explicativo y los azulejos pintados, de la misma época que A Granxa, están igual de deteriorados.

El estado de los dos miradores fue objeto de una moción del PSOE, aprobada por unanimidad en el pasado pleno de mayo. Sin embargo, este consenso político no se ha traducido aún en ninguna mejora visible o en la restauración de los azulejos pintados. En opinión del dirigente socialista José Buezas, aunque los azulejos no son obras de arte, sí que tienen su encanto y se debería investigar en los archivos provinciales si pueden reproducir bocetos o cuadros de Sobrino a mediados del siglo XX.