El vallado de Paxariñas divide la playa y la opinión de sus bañistas

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

PONTEVEDRA

P.CHAPELA

La bandera azul no volverá a izarse en el resto del verano

24 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Un vallado de alambre, postes de hierro y basas de cemento parte la playa de Paxariñas, en Sanxenxo, dividiéndola en dos desde hace meses. Este cierre de emergencia se interna incluso varios metros en la zona de baño, tal y como se comprueba en marea alta y como reflejan las algas que se cuelan por los agujeros de los alambres y que quedan en seco en marea baja.

Es como si reviviese el Muro de Berlín, pero en una playa. A un lado, todo es libertad, tranquilidad, disfrute de la temporada estival, un chiringuito para tomar un refresco, pedaletas y paseo. Al otro lado de la valla se impone el silencio. No hay nadie que, en su sano juicio, se atreva a cruzarla. Unas amenazantes grietas a simple vista advierten de la razón de su precinto. En cualquier momento puede haber un desprendimiento del acantilado, debilitado por el azote de los temporales del pasado invierno.

El riesgo de que alguien pase de largo de la señal y se exponga, o también que quede atrapado por atrevido en la valla en marea alta son las dos razones que han obligado a Adeac, la organización encargada de otorgar las banderas azules, a exigir al Concello que se arríe este ecodistintivo en lo que queda de verano.

Si Paxariñas quiere recuperarlo, tendrá que subsanarse el problema y esta circunstancia tendrá que esperar al 2015, porque Costas lo acometerá a cargo de los Presupuestos Generales del Estado del próximo año.

En el chiringuito de Paxariñas, David Mascato, uno de los trabajadores, explica que al principio del verano la gente se quejaba mucho del aspecto del arenal. «Hay mucha menos playa, pero la gente sigue viniendo, el que la conoce sabe por dónde ir y a quien le gusta no le importa cómo está».

A media mañana de ayer, Toña Capelo y Mercedes Carpintero, ourensanas, veranean en Paxariñas desde hace 50 y 20 años respectivamente. Nunca recuerdan este arenal en estas condiciones y lo lamentan. Le resta atractivo.

A su edad, Carpintero señala que ya no baja a la playa, porque la accesibilidad al arenal para las personas de cierta edad no es fácil. El vallado le da pena, pero entiende que es la solución más segura para evitar desgracias. «A mi hijo le gustaba mucho esta playa, pero ahora va a Montalvo, con dolor de corazón, después de verla así», comenta. A su lado, Capelo también entiende que esta situación ha dañado la imagen del arenal y sus prestaciones. «Con marea alta queda muy poca playa, la solución no es romper el acantilado, sino hacer que esté firme».

Ascensión Busto, que también veranea en Paxariñas desde hace muchos años, se mostró comprensiva con la situación. «Aquellas piedras no son seguras, mejor vallar que lamentar y si por eso se quita la bandera azul, yo sigo viendo bien la valla», concluye.

reportaje los efectos del invierno