«Mi padre me daba dos años para perder dinero como aprendizaje»

Elena Larriba García
Elena larriba PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

capotillo

El grupo empresarial que fundó Ceferino Nogueira afronta en Brasil nuevos retos internacionales

30 mar 2014 . Actualizado a las 08:00 h.

Mañana se cumplen dos años del fallecimiento de Ceferino Nogueira Rodríguez, fundador de Nogar e impulsor del puerto de Marín. Su hijo Víctor Nogueira García, primogénito de la saga familiar, y sus hermanos ya habían tomado el relevo durante su larga enfermedad, antes de lo que cabía esperar. Su padre los preparó a conciencia para seguir liderando uno de los grupos empresariales más significativos de Galicia con proyección internacional, que opera en la gran área de la logística portuaria, además de otras actividades comerciales e industriales y de las energías renovables. El crecimiento prudente y responsable de este grupo familiar es su máxima, cimentada en la experiencia del fundador, pero también la decisión y valentía a la hora de emprender nuevos retos.

-¿No le dio un poco de vértigo cuando se tuvo que poner al frente de un grupo empresarial tan importante?

-Decir que estoy yo al frente, es injusto. Solo soy la cabeza visible, porque al frente estamos la familia, hermanos, cuñados... Cada cual en su área de responsabilidad y siempre en base a un proceso de toma de decisiones consensuado. Cada empresa familiar tiene sus características y su modelo de gestión, y el consenso ha sido siempre nuestro objetivo y nuestro norte.

-¿Su padre les dejó una hoja de ruta?

-Mi padre fue siempre un hombre enormemente generoso. Cuando apostaba por una persona, lo hacía a ciegas. Yo recuerdo que el primer día que llegué a la empresa, después de mi formación, me llevó al notario, me dio plenos poderes y me dijo que me daba dos años para perder dinero. Con esto, aclaro que lo que quería decir es que me daba dos años de aprendizaje y me advertía de que si pierdes dinero acabas con la empresa. Él siempre apostó por la internacionalización y hablando solo gallego y español exportaba cemento a Argelia, construía barcos para todo el mundo y traía maíz de Estados Unidos.

-¿Cómo era la empresa que presidía Ceferino Nogueira y cómo ha evolucionado?

-Indudablemente, toda empresa al crecer va desarrollando su propia personalidad y va evolucionando día a día. La evolución en los últimos 15 años ha sido abrirnos más a la internacionalización. Siempre hemos tenido muchísima relación internacional con el comercio marítimo, pero sin inversiones en otros países. Y el cambio fundamental ha sido ese, haber iniciado actividades inversoras en el extranjero.

-He leído que ustedes ya están «jugando el mundial en Brasil». ¿Cuando habla de nuevas inversiones en el exterior se refiere a la explotación de parques eólicos en ese país?

-La aventura de Brasil vino derivada de una casualidad. Hace trece años conocimos a un grupo de empresarios brasileños que necesitaban un operador marítimo experto y nos ofrecieron participar con ellos como inversores en una terminal portuaria. Después surgieron otras posibilidades, como la energía eólica. Brasil tiene ahí un magnífico recurso y está apostando por ello. Su gran calidad e intensidad de viento permite producir a precios muy competitivos. Allí los criterios de contratación por parte del Estado son puro precio y el que mejor oferta hace construye la planta.

-¿Nogar también ha sufrido la crisis en algunas de sus áreas de negocio?

-Nos afectó como a todo el mundo. Una de nuestras características es la diversificación y eso te da unas posibilidades que no tienes cuando estás focalizado en una sola área. La actividad industrial cayó, ha habido sectores que se han reducido a mínimos, como la importación de maderas o cualquier otra relacionada con la construcción. Pero, bueno, hubo que moverse para ser cada día más competitivos y seguir atendiendo a nuestros clientes. A base de fomentar inversiones, seguir diversificando y haciendo una importante apuesta por la internacionalización, hemos conseguido mantener nuestro nivel de empleo y de actividad en general, independientemente de los vaivenes en algunos sectores.

-En las empresas familiares se dice que la primera generación las funda, la segunda las consolida... ¿Y la tercera? ¿Viene con fuerza?

-Ese es el gran desafío. Otra de las características de las empresas familiares es que tienen un índice de mortalidad grande. En nuestro caso, desde luego, la tercera generación viene muy fuerte y bien preparada, también como personas, que es lo importante. Lo primero que hay que formar son personas. Después, desde el punto de vista de la empresa familiar, hay que formar accionistas. Y que sean directivos, ya se verá. Es muy importante el diálogo y enseñar a las nuevas generaciones a entender el nivel de compromiso y de responsabilidad que tienen. Que sepan que hay todo un equipo de profesionales y de familias que al igual que el empresario confía en ellos, ellos confían en el empresario. Y que la empresa, como propietario, te va a demandar más cosas de las que te va a dar.

-Incluso le puede costar a uno la salud. ¿Del pago de ese peaje aprendió algo?

-Yo tuve un susto muy gordo y claro que aprendes. Ya no solo del susto, sino de la experiencia. No puedes pretender abarcar cerca de los 60, lo que abarcabas cuando tenías 40 años. Y aquí, gracias a Dios, tenemos un equipo de colaboradores, tanto a nivel familiar como de ejecutivos, realmente excelente. La empresa es un todo. El empresario tiene la idea, el empuje, las ganas, la intensidad. Pero su capacidad de acción es limitada, si no sabe rodearse de gente de valía y de colaboradores fieles

-¿Eso fue lo que más le inculcó su padre?

-Eso y muchísimas cosas más, no solo a mí, sino a todos los que tuvimos la suerte de convivir con él. Lo fundamental, el sentido de la responsabilidad y el compromiso.

-¿Cómo se vive la ausencia de un fundador tan emblemático?

-Bueno. Hubo dos fases. Por desgracia, a nivel empresarial esa ausencia se produjo muchos años antes de su fallecimiento, debido a su prolongada enfermedad. Hacía ya más de quince años que no tenía una presencia activa. Pero lo importante es que esa ausencia lo que ha hecho ha sido reforzar el espíritu de trabajo que hay en todo el equipo y en todo el grupo. Otra cuestión es lo que todos pasamos cuando desaparece un padre y una persona tan cercana a nivel familiar.