Las culebras de Ons se atreven con las olas

Marcos Gago Otero
marcos gago BUEU / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

PEDRO GALÁN

Una colonia de ofidios de agua dulce se adapta a nadar junto a la costa para alimentarse de peces

03 dic 2013 . Actualizado a las 11:05 h.

No surfean con una tabla ni nadan con la agilidad de un pez entre las olas, pero las culebras viperinas de Ons y de Onza han desarrollado la habilidad para adentrarse en el entorno marino y tienen sorprendidos a los investigadores. La Natrix maura, nombre científico de esta especie de ofidio, es la culebra de toda la vida. Estamos acostumbrados a ellas porque son de lo más común en el monte de Galicia, donde viven en entornos fluviales, junto a ríos, estanques y pozas. Son especies de agua dulce, no salada y ahí reside la sorpresa científica. Su adaptación al mar ha sido uno de los hallazgos de una investigación desarrollada por el profesor del departamento de Bioloxía Animal de la Universidade da Coruña Pedro Galán, y cuyos resultados se pueden consultar en el perfil de Facebook del Parque Nacional Illas Atlánticas.

No se sabe cuántas hay. No es tan fácil ver una culebra ni son abundantes en un entorno insular, pero en Ons y Onza subsiste una población suficientemente grande como para ser objeto de estudio. Y Galán está convencido de que este esfuerzo valió la pena porque este ofidio de medios acuáticos no vive ni caza habitualmente en el mar, ni siquiera en zonas pantanosas costeras mediterráneas o en grandes deltas como el del Ebro, de aguas más mansas que el océano y que, en principio, deberían incitar a esta especie a «surfear» mejor fuera de su ambiente. Pues resulta que allí, en el Mediterráneo, no se las ve haciendo lo que sí se puede observar con algo de paciencia y mucha suerte en las Illas Atlánticas. En las charcas de las playas o en las rocas a pocos metros de la costa y en zonas de acantilados, los ofidios insulares gallegos se atreven con las olas, el frío y las corrientes para llevarse algo a la boca.

Adaptación extrema

En Ons, y en mucha mayor medida en Onza, no les queda más remedio. En la primera hay lavaderos y charcas, pero ahí no se las ha observado apenas. Se las ha visto siempre junto al mar o en pozas en las playas y rocas. En Onza no hay agua dulce. En ese islote de difícil acceso para los humanos y desprovisto de estanques, lagunas o manantiales, a la Natrix maura no le queda otra vía de caza más que el mar. Y en esta dependencia exclusiva del medio marino las culebras del archipiélago buenense son exclusivas en Europa, con la única excepción de una población en retroceso en Cíes.

Ons podría ser, en este sentido, lo que los pinzones de las Galápagos para Darwin. «Aquí quizás podemos ver el primer paso de una tendencia evolutiva», infiere Galán. Y es que sobre las culebras de las islas buenenses hay todavía muchas incógnitas. Nadie sabe cuál es la adaptación fisiológica que han desarrollado estos ofidios para lograr adaptarse a su inusual medio de caza y a sus presas y cómo sobreviven al consumo de pescados que tienen una carga de sal muy superior a la que se correspondía con sus presas en el continente. Es un misterio que dependerá de nuevas investigaciones, aunque el proyecto científico aún tardará tiempo en realizarse. No figura en los planes ambientales del parque a corto plazo.

Mientras tanto, Galán recuerda que las culebras están protegidas por ley. Estos ofidios no se pueden matar y además hacerlo no tiene sentido. No le pueden causar ningún daño al hombre. «Carece totalmente de veneno, los dientes son los de una pescadilla, son totalmente inofensivas», resalta Galán, que atribuye a los prejuicios de la gente la desaparición de las culebras de las islas de Monteagudo y Montefaro en Cíes.